4 mayo, 2024
Rayuela es una novela que no envejece

A los 60 años de haber aparecido en las librerías de Buenos Aires, Rayuela, de Julio Cortázar, sigue siendo leída por los jóvenes de cualquier parte del mundo. “Es como si el libro acabara de salir por primera vez”, respondió el Cronopio Mayor, un año antes de su muerte en una entrevista que le hicieran en la librería El Juglar, en México, 1983.

Cuando escribió la novela, pensó que lo hacía para su generación, pero ésta no comprendió la esencia lúdica del libro. Sus historias y disgresiones filosóficas estaban destinadas a generaciones posteriores

“Las primeras críticas, que naturalmente estaban a cargo de ellos, que eran los que firmaban en los periódicos, fueron muy negativas. Atacaban duramente al libro. Y en ese momento fue leído por los jóvenes y ahí encontró, quizá, su destino último”, reflexiona Cortázar.

En carta fechada en París, 27 de junio de 1959, le explica a Jean Barnabé –traductor de sus cuentos al francés– que cada vez le “gustan menos las novelas, el arte novelesco tal como se practica en estos tiempos”… “Lo que estoy escribiendo ahora será (si lo termino alguna vez) algo así como una antinovela, la tentativa de romper los moldes en que se petrifica ese género. Yo creo que la novela ‘psicológica’ ha llegado a su término, y que si hemos de seguir escribiendo cosas que valgan la pena, hay que arrancar en otra dirección”.

Con el tiempo cambia de opinión en referencia a llamar “antinovela” a Rayuela y, antes de la promoción de la obra, manifiesta que no le “gustaría que le pusieran el acento en el lado ‘novela’ de este libro”, le escribe a Francisco Porrúa, editor de Sudamericana. “Sería un poco estafar al lector. Ya sé que también es una novela y que en el fondo, quizá lo que vale de él es su lado de novela. Pero yo la he escrito a contranovela”.

En junio de 1963 aparece Rayuela y su nombre quedará ligado a la estética, a la complicidad de sus libros con los lectores y al juego literario. Las magas se sienten retratadas, los cronopios detectan a los famas y se alejan o se burlan de ellos. Por esto y otras más, Cortázar permanece joven. Rayuela también.

Rayuelita

En cartas y entrevistas confesó que si no hubiera escrito Rayuela se habría lanzado al Sena. Cuando recibió el primer ejemplar desde Argentina del segundo lector del libro, el editor Paco Porrúa le dijo a la primera lectora, su esposa Aurora Bernárdez, en París: “Ahora me puedo morir, porque allá hay un hombre que ha sentido lo que yo necesitaba que el lector sintiera”.

Una década antes de comenzar a escribir Rayuela, aparece “El perseguidor” en Las armas secretas (1959), considerado por algunos críticos como nouvelle, que sería una especie de ruptura en su estilo, aunque nunca abandonó el género fantástico.

El mismo Cortázar consideraba este cuento como una especie de “Rayuelita” y en Salvo el crepúsculo (1984) revela que algún amigo aconsejó destruirlo cuando aún era inédito.



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