19 marzo, 2024

Semana Santa, época de ayuno, cero carnes… ¿y pollo?

DAT.- Esta Semana Santa que recién comienza la población católica creyente y practicante recordará la muerte y la resurrección de Jesús, y, específicamente el Viernes Santo, se apegará a la tradición cristiana de que ese día sea uno de abstinencia y ayuno, con énfasis en aquello de no comer carne.

Ahora bien, ¿por qué esta tradición? Como se trata de un día de luto y penitencia en el que los cristianos se unen al ayuno para recordar el sacrificio de Jesús, se pliegan al sufrimiento, siguen la austeridad y se abstienen de bocados opulentos, como podría ser un buen trozo de carne.

Lo que sí se puede comer es pescado, por aquello del milagro de Jesús, quien con 5 panes y 2 pescados le dio de comer a una multitud. ¿Y qué pasa con el pollo y otras aves? Si se sigue el precepto de ayunar, en el sentido de plegarse al sufrimiento y comer una vez al día un plato austero, aun cuando no se trate de un bocado suculento, también el pollo estaría vedado.

La disposición del Concilio Vaticano II, que se propuso adaptar la fe católica al mundo contemporáneo, y que actualmente marca el rumbo del cristianismo, señala lo siguiente: “Ha de tenerse como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor y aún extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que de este modo se llegue al gozo el Domingo de Resurrección, con elevación y apertura de espíritu”.


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Lo que es más, el propio Papa Francisco marcó en 2020 una línea de abstinencia y ayuno más rigurosa, que va más allá de carnes rojas, pescados y aves. “El ayuno no es comer los platos de la Cuaresma. ¡Esos platos hacen un banquete!”, espetó en su momento, agregando: “Ayunar no es cambiar los platos o hacer el pescado más sabroso. Eso sería continuar el Carnaval. Nuestro ayuno tiene que ser verdadero. Y si no puedo hacer un ayuno total, ese que nos hace sentir hambre hasta los huesos, al menos hay que hacer un ayuno humilde, pero verdadero”.

Según el Sumo Pontífice, el pueblo cristiano debe ser coherente y no fingir el ayuno, pues este es, a fin de cuentas, una penitencia necesaria.