1 mayo, 2024

La película de ‘Monopoly’ puede ser una fantasía anticapitalista si Margot Robbie se fija en la historia real del juego de mesa

La película de 'Monopoly' puede ser una fantasía anticapitalista si Margot Robbie se fija en la historia real del juego de mesa


El mundo del cine actual es tan extraño que el hecho de que Margot Robbie vaya a hacer una película de ‘Monopoly’ nos parece hasta lógico y normal. Al fin y al cabo Hasbro lleva desde 2012 tratando de hacer la adaptación, que se ve truncada por un obvio «Bueno, ¿y qué hacemos con este marrón?» por parte del equipo responsable. De hecho, antes del bombazo de ‘Barbie’ se anunció que las primeras adaptaciones de juegos y juguetes que llegarían a la gran pantalla serían ‘Action Man’, ‘Tragabolas’ y, claro está, ‘Monopoly’. El plan salió regular.

El proyecto ha ido cambiando de manos constantemente: en su producción han estado Andrew Niccol (‘Gattaca’, ‘Simone’), Kevin Hart (‘Jumanji: bienvenidos a la jungla’) o el autor literario Frank Beddor. Durante un tiempo fue incluso una comedia familiar y, en manos de Luckychap, la productora de Robbie, aún no se sabe qué demonios acabaremos viendo. Sin embargo, tienen la oportunidad de hacer algo original contando la historia real tras el juego de mesa más capitalista de la historia. Porque no, ‘Monopoly’ no era un juego de amasar billetes y quedarte solo en el éxito. De hecho, ni siquiera se llamaba así.

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El juego del propietario

Los orígenes del ‘Monopoly’ como tal, con ese nombre y publicado por Parker Brothers, se pueden rastrear hasta 1935, cuando salió a la venta con un tablero basado en Atlantic City. Pero hasta llegar ahí hay un camino de incomprensión, errores, frustración y anticapitalismo. Sí, sí: anticapitalismo. Y es que para entender la existencia de ‘Monopoly’ primero hay que hablar de Elizabeth «Lizy» Magie, una mujer muy progresista (para la época) que fue escritura de cuentos, poeta, cómica, actriz, ingeniera y, para sorpresa de todos, creadora de juegos de mesa.

Magie era feminista y georgista, y el progresismo le venía de familia: su padre fue un editor de periódico que acompañó en su día a Abraham Lincoln y apoyó firmemente el fin del esclavismo. Es importante entender su visión política para entender por qué hizo ‘The Landlord’s Game’ en 1902: el georgismo era (y es) un modelo económico que creía que en lugar de pagar impuestos basándose en los ingresos, habría que crear un impuesto universal basado en la tierra que cada uno poseyera (o sea, contra de las rentas que empobrecían a los ciudadanos).

Es más: este dinero recaudado, después de financiar al gobierno, debería volver a los propios ciudadanos redistribuyendo la riqueza. Tratando de explicar el georgismo nació ‘The landlord’s game’ (‘El juego del terrateniente’), con el que Magie pretendía crear, literalmente, «una demostración práctica del presente sistema de acaparamiento de tierras con todas sus consecuencias». O sea, un juego anticapitalista en toda regla. Entonces, ¿cómo demonios llegó a convertirse en el ‘Monopoly’?

Copia-pega de monopolios

Después de crearlo, testeó el juego durante dos años con familia y amigos, y decidió, al final, crear dos vertientes: una antimonopolista (y colaborativa), en la que ganaban cuando el jugador con menos dinero doblaba lo que tenía inicialmente, y una monopolista basada en aplastar a tus compañeros y eliminarles uno a uno. La idea era que la gente viera que claramente la primera era mucho más justa… pero al público le gustó muchísimo más la segunda porque, simplemente, era menos compleja y más divertida. El juego se patentó en 1904, y dos años después se lo autopublicó con su propia distribuidora, Economic Game Company.

Landlords
Landlords

El tablero en su edición de 1910 es, poco más o menos, el que ya conocemos: casilla de la cárcel, de salida, diferentes calles con colores impresos en el tablero y tan solo algunas cartas pasadas de moda como «Pillado robando un gallo, ve a la cárcel» o -ojo a esta- «Pillado robando a la gente. Coge 200 dólares del tablero. Los jugadores ahora te llamarán Senador». Poco a poco el juego fue cogiendo importancia, y los estudiantes de universidad se crearon sus propias versiones con pequeñas diferencias que llamaron ‘Auction Monopoly’.

Un día, la mujer del diseñador Charles Darrow llegó a casa después de jugar a una versión casera de ‘Monopoly’ con su amigo Charles Todd, y le contó el funcionamiento del juego a su marido. Este se lo autopublicó, lo hizo pasar por propio, empezó a vender versiones artesanas del mismo y jamás volvió a hablar al tal Todd. Para que nadie le acusara de plagio, Darrow hizo tableros redondos, pero las reglas eran las mismas. Sin embargo, hace casi un siglo lo del copyright no se tomaba tan en serio. O quizá sí.

Monopoly
Monopoly

El inicio del capitalismo

Al final, Parker Brothers, viendo el éxito de la versión autopublicada de Darrow, decidió comprarle los derechos (de un juego que, recordemos, no era suyo). Había un ligero problema: ellos ya habían rechazado ese mismo juego con otro nombre, unos años antes, cuando Elizabeth Magie fue a sus oficinas. Lo solucionaron de la manera más limpia posible: compraron los derechos de ‘The landlord’s game’ en 1935 por 500 dólares (que, visto en perspectiva, no era mucho) y lanzó unos pocos cientos a las tiendas de manera testimonial.

Parker Brothers no solo compró el original, sino también todas sus variantes y plagios salidos hasta entonces, como ‘Finance’ o ‘Fortune’, impidiendo así tener más problemas legales. Al ver cómo su ‘The landlord’s game’ se había prostituido del todo, Magie entró en cólera, que Parker Brothers aplacó publicando otros dos juegos suyos sin mucho éxito (‘Bargain day’ y ‘King’s men’). Nadie supo la verdad del ‘Monopoly’ hasta que en 1949 Magie murió y se desveló el pastel.

Ahora, Margot Robbie y su productora tienen ante sí una vicisitud importante: ¿Hacer justicia a Magie con una película anticapitalista o bailar al son que manden desde la casa de juegos de mesa? De momento no sabemos nada, pero, por increíble que parezca, puede salir algo muy interesante de la película del ‘Monopoly’. Solo necesitan mirar a su propia historia.

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