2 mayo, 2024
El colibrí - Últimas Noticias

Cuando los invasores europeos en la búsqueda de nuevas rutas comerciales y riquezas llegaron a estas tierras, encontraron un mundo que en nada se parecía a los mundos descritos por los viajeros que recorrían Europa, Asia, África, etc, el paisaje, la nueva geografía los dejaba sorprendidos a diario. Uno de esos asombros lo constituye un ave: el colibrí.

Los ancianos de las regiones andinas, los quechuas, cuando reunían a los niños en sus comunidades solían preguntarles: “¿imataq llapachan pajarupa reynen? (¿Quién es de todos los pájaros el rey?)”, y la respuesta colectiva era siempre la misma: el colibrí.

Los abuelos quechuas educaban en valores a los niños y jóvenes con una fábula ecuatoriana (que adaptamos al contexto global): en el bosque se desata un poderoso incendio y todos los animales salen despavoridos hacia el río y con asombro se detienen porque en dirección contraria ven pasar un colibrí con una gota de agua en el diminuto pico que arroja contra el fuego, y regresa al río, recoge otra gota y la arroja contra el fuego, y cuando regresaba al río el elefante lo detiene con un grito y le dice:

¡A dónde vas colibrí! ¿Crees que con esa gota apagarás el fuego, detendrás el incendio? El colibrí con su sabiduría le responde: yo estoy haciendo mi parte, mi tarea, de acuerdo a mis capacidades ¿Ustedes qué están haciendo?

“El fuego retrocede más rápido si avanzamos juntos” dijo el colibrí.

El mundo de hoy es un incendio: cambio climático, un consumo irresponsable, un derroche de energías, promoción de la guerra, un desprecio a la vida en el planeta, en Venezuela un sector de la población pide invasiones militares, promueve la hiperinflación, la persecución y bloqueo financiero, la migración de jóvenes y profesionales, etc.

Cada quien debe hacer su parte, cambiar el modelo de consumo, aislar a quienes quieren destruir el país, trabajar en equipo en la diversidad y en las diferencias, juntos todo es posible. Cuando veamos un colibrí pensemos en la espiritualidad que nos enseña: a creer en lo propio nuestro, creer en ti mismo, a realizar nuestra parte solos y en equipo, que por muy largo que sea el camino, tienen mucho valor los primeros pasos. Aprendamos de la ancestralidad del colibrí y no olvidemos que “el fuego retrocede más rápido si avanzamos juntos”. Candelita que se prende, candelita que se apaga.



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