20 abril, 2024

Los padrinos en la vida de un niño: Algunas ideas clave para elegir mejor

La figura de “padrino” para un niño trasciende lo religioso, no es solo ir al bautizo, es todo un honor y una responsabilidad que una familia tome esta decisión

Ser designado padrino o madrina, haciendo a un lado el tema religioso, convierte al elegido en una persona clave en el crecimiento de un niño.

Desde el momento del bautizo, el niño tendrá a su lado a una persona, fuera de la familia, que lo querrá y ayudará en cada etapa de su desarrollo. Serán consejeros y amigos, pero principalmente serán un modelo a seguir.

La psicóloga Isabel Rangel reseña que un buen padrino o madrina es alguien muy cercano a los padres, alguien de mucha confianza, alguien responsable y un buen modelo a imitar en todos los sentidos.

Esto es parte del rol de los padrinos:

  • Participar en el bautizo y en cada ceremonia religiosa que tendrá el niño en su vida.
  • Ser muy cercano a los padres.
  • Asistir a eventos y festividades familiares.
  • Ser una persona de total confianza para la familia.
  • Debe ser sumamente responsable.
  • Será un apoyo tanto para los padres como para el ahijado.
  • Debe trabajar en una buena y cercana relación familiar.
  • Velará por el desarrollo y la educación del niño en cada etapa de su vida.
  • Será un intermediario entre los padres y el niño cuando atraviese por etapas difíciles.
  • Hacerle saber al ahijado que siempre estarás cuando te necesite, por más larga que sea la distancia que los separe.

Ante semejante nivel de responsabilidad, el padrino o madrina del niño debe cumplir un mínimo de requisitos, como, por ejemplo:

  • Estabilidad emocional. Debe ser capaz de sostener lazos en el tiempo, que permanezca dispuesto a ayudar sin importar que tan dura sea la situación.
  • Capaz de lidiar con problemas. Debe saber apoyar a los padres en todo momento.
  • Similar a ti. Por lógica debe comulgar con una filosofía de vida similar a la tuya y que esté de acuerdo con tus decisiones sobre la crianza.
  • Ser constante. Desde incluso antes de la llegada del bebé, esta persona debe estar presente en tu contexto social y familiar, preocupado por el bienestar de la familia, atento a que todo esté bien.
  • Tener empatía. Debe saber cómo poner de lado pus prejuicios y que se identifique con el otro. Solo así podrá dar el apoyo que la familia necesita.
  • Saber relacionarse con niños. Esto es vital. No importa si tiene hijos o no, debe poder relacionarse con niños y establecer lazos desde temprana edad. Quienes no saben jugar o estar con un niño tendrá muchos problemas para cumplir con la tarea que le ha sido confiada.