23 abril, 2024

APRENDE | El “apapacho” con el bebé es mucho más de lo que parece

Contrario a la creencia popular, consentir y mantener contacto constante con el bebé no los «malcría», les da la seguridad materna que deben recibir

El sentido más desarrollado de un recién nacido es el tacto. A través del contacto aprenden qué son calor y el frío, el dolor y el placer, y las madres también están preparadas para el contacto con los bebés, pues hay estudios que revelan que poco después de dar a luz las mujeres elevan su temperatura corporal uno o dos grados.

La psicóloga Isabel Rangel reseña que los niños que tienen mucho contacto piel a piel duermen mejor, lloran menos y se desarrollan mejor (quizá por la calma y el estado de sueño profundo). Pero las madres también se benefician, pues logran disminuir la depresión post-parto y fortalecer el vínculo con el bebé.

Existen muchas formas de lograr este contacto:

  • La hora del baño: además de relajar a toda la familia con agua caliente y música tranquila, el baño del bebé nos da la oportunidad de sobarlo todo y durante un buen rato.
  • Masajes para bebé: existen diversos productos especiales para masajear a un bebé, incluso clases para hacerlo de la mejor manera.
  • Sueño en familia: este puede ser un punto controversial, pero dormirse abrazando a un bebé es algo muy dulce. Si te da miedo aplastarlo, aparta media hora para sentarte en un sillón o mecedora a acurrucarlo y cantarle.

Es totalmente falsa la creencia que estas acciones “malcríen” a los niños. Por el contrario, ser abrazados, cargados y sobados es una necesidad física y emocional. Además, la interacción social es parte natural del ser humano.

Existe una historia que dice que en una casa hogar había dos cuneros, y a todos les extrañaba que en uno de ellos los bebés se enfermaban mucho menos, lloraban menos y presentaban menos problemas digestivos, y nadie sabía la razón. Pero un día se dieron cuenta que la mujer que realizaba la limpieza en ese cunero era, inconscientemente, la responsable de la buena salud de esos pequeños. ¿La razón? Ver a esos bebés todo el día en una cuna le causaba mucha ternura y tristeza, así que en cada turno de limpieza procuraba cargar, arrullar y acunar por lo menos unos minutos a cada bebé, y ese simple acto de ternura incrementó la salud de esos niños.