Miraflores – Últimas Noticias

Caracas, 1884. El general Joaquín Crespo ejercía por encargo de Guzmán Blanco la presidencia de Venezuela. En este tiempo, el nuevo presidente procuró construir una residencia particular en los terrenos adquiridos a Ernesto Stein por 35.000 bolívares de la Hacienda La Trilla. El arquitecto italiano conde Guissepe Orsi de Mombello y el venezolano Juan Hurtado Manrique fueron los encargados de dirigir la construcción, la cual tomó vigor en 1893 cuando Crespo reasumió el poder tras vencer en la Revolución Legalista.
Para 1897 la nueva residencia familiar, que superaba en tamaño y esplendor a Villa Santa Inés, aparecía en los planos de Caracas con el nombre de Miraflores. El origen de la denominación tiene dos hipótesis. La primera que Crespo la tomó de la Cartuja de Miraflores en Burgos, España, y la segunda de una antigua hacienda en Perú del mismo nombre donde vivió en el exilio. Lo cierto fue que para fines del siglo XIX, tras muchos vaivenes políticos y económicos que retrasaron su elaboración, el Palacio de Miraflores era una realidad que se imponía sobre la ciudad de los techos rojos. El gasto fue de 8.000.000 de bolívares en una década difícil para la economía nacional por la baja del café.
El decorado interior contó con pinturas de Arturo Michelena, el artista predilecto de Crespo. Mobiliario francés, decoraciones del español Julián Oñate, piso de parqué en los salones y fuente en el patio central. No obstante, Crespo no pudo ocupar la residencia. En 1898 moría en defensa del gobierno de Andrade en la Mata Carmelera. Su viuda Jacinta Parejo de Crespo, atareada de deudas no pagadas por la construcción del palacio, terminó arrendándolo al presidente Cipriano Castro, quien después del terremoto de 1900 lo torna sede presidencial.
Castro vivió de forma intermitente en Miraflores hasta su derrocamiento en 1908. No obstante, según testimonio de la dueña misia Jacinta de Crespo, dejó de pagar el arrendamiento y dañó el mobiliario. Ella terminó por demandar a Castro pero al final consiguió que Gómez, convertido ya en mandatario, comprara el inmueble para el Estado nacional en 1911. El resto es historia. La historia política de Venezuela que contiene sus bellos salones cargados de arte y fulgor.