Los precios del petróleo y la agresión sionista a Irán

La estrategia de sacarle máximo provecho a las alzas y bajas repentinas de los precios de las acciones y materias primas toma fuerza, sobre todo, cuando los corredores e inversionistas vaticinan eventos que alteran de manera significativa los mercados de futuros.
Para los especuladores lo primordial es asumir el riesgo de extraer ganancias lo más pronto posible, y sobre ese norte trazan estrategias y escenarios donde lo relevante son las maniobras de mercado para alterar los precios, dejando en un segundo escalón de análisis los indicadores fundamentales de las empresas y países.
Pero así como la especulación domina cuando se prevén acontecimientos que afectan de forma sustancial los fundamentos de países o empresas, también reduce su presencia cuando la realidad o, digamos, las verdaderas causas generadoras de esos eventos, se impone.
De allí que la Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas de EE. UU. define al especulador como “un operador que no se cubre (asume riesgos), sino que opera con el objetivo de obtener ganancias mediante la anticipación de las fluctuaciones de precios”.
Y aun cuando enfatiza que los especuladores cumplen la función de darle liquidez o facilidad para comprar y vender al mercado, define a la especulación excesiva como perjudicial para el correcto funcionamiento de los mercados de futuros.
La especulación es, entonces, el negocio de las expectativas.
Aterricemos. Aun cuando el sionista primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, viene desde hace 27 años anunciado su frustrado deseo justificador que “Irán está a punto de fabricar armas atómicas”, finalmente optó por hacer mediáticamente autocumplida semejante profecía y agredió militarmente al pueblo persa.
Israel, que tiene 90 ojivas nucleares y no acepta inspecciones de la Organización Internacional de la Energía Atómica, OIEA, y nunca ha firmado el Tratado de No proliferación de Armas Atómicas, justifica su agresión con el supuesto de que Irán es una amenaza porque está a punto de construir una bomba atómica.
Tan pronto el sionismo envió los primeros misiles, hace una semana, la reacción inmediata del mercado de futuros de petróleo, empujado por los especuladores, fue elevar 7,5% el precio del crudo marcador Brent, el cual alcanzó 74,5 dólares.
Con ligeros altibajos el crudo continuó su racha alcista hasta tocar 78,78 dólares el 19 de junio, pero a partir de allí cayó a 76,24 dólares el 20 de junio para luego volver a subir a 77,01 dólares el 21 de junio.
La sola mirada de la curva que grafica estos precios revela un escenario carente de certeza, de incertidumbre, entorno a cuál será el comportamiento del conflicto bélico desatado por Israel en contra de Irán.
La primera alza pronunciada del Brent estuvo impulsada por el posible alcance “exitoso” de la agresión sionista, la cual se vio como un evento que podía afectar las instalaciones petroleras del país miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, Opep.
Pero así como el Brent se alzó tuvo que ceder y echar marcha atrás tan pronto los persas desarrollaron la Operación Promesa Verdadera 3, retroceso y posterior estabilidad que da pie para varias interpretaciones.
Una primera estrictamente militar es que el mercado se percata de que el supuesto poderío militar de Israel no es tan fuerte e inexpugnable. Otra, que la resistencia e iniciativas bélicas de Irán podrían dar cabida a negociaciones, que conllevarían a un conflicto de menor duración.
Otra interpretación es que a Donald Trump no le simpatiza atacar la infraestructura de la industria petrolera iraní, pues ello implicaría un conflicto geopolítico con sus aliados y un alza del barril que tendría implicaciones inflacionarias dentro de EEUU.
Otra interpretación es que tras las invasiones de EEUU y la Otan tanto a Irak como a Libia, los precios del petróleo se dispararon para luego caer al ser sus crudos sustituidos por los de otros países Opep, como Arabia Saudita.
Un factor clave en la movilidad de los precios es el Estrecho de Ormuz, canal de salida angosto entre el golfo de Omán, localizado al sudeste, y el golfo Pérsico, al sudoeste. En la costa norte se localiza Irán y en la costa sur el enclave omaní de Musandam.
Su importancia estratégica radica en que se encuentra en la salida del golfo Pérsico, rico en petróleo. Por su anchura de 60 a 100 kilómetros transita casi el 20 % del petróleo del mundo.
Janiv Shah, vicepresidente de Mercados de Materias Primas de la web Rystad Energy, ve el posible cierre del estrecho de Ormuz como un riesgo que podría llevar a los mercados petroleros a una fuerte escasez de oferta, empujando los precios y añadiendo tensión.
“Mantenemos nuestra opinión de que es probable que este siga siendo un conflicto de corta duración, ya que una mayor escalada corre el riesgo de salir de control de las principales partes interesadas”.
El medio señala que el cierre de Ormuz tendría un impacto severo en la producción de Arabia Saudita, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Catar, que en conjunto representan una oferta de 25 millones de barriles diarios de crudos de acidez media, el cual es requerido por refinerías fundamentalmente asiáticas que consumen 80% de ese petróleo, y las occidentales para atender la demanda de verano.
Los escenarios desplazarían las miradas hacia crudos sustitutos entre los cuales figura el pesado venezolano, así como el nigeriano, angoleño y estadounidense, cuyo petróleo esquisto extraído mediante la fractura hidráulica pide un barril superior a 50 dólares para ser rentable.
El petróleo venezolano escaló desde 56,3 dólares que marcó el pasado 2 de junio, a 62 dólares el 20 de junio. El promedio en lo que va de año se ubicó en 56.