18 abril, 2025
Fortunato: el cachorro que nunca vendieron

Trabajaba en una tienda de mascotas, atendía a los clientes y a los perritos que vendían allí. Siempre me gustaron los animales, recuerdo que estaba enamorada de mi trabajo, que luego descubrí, que no era del trabajo, era de los perritos.

Siempre iban, preguntaban por los cachorros y muchas familias se los llevaban. Era un momento bonito. Después ver como volvían por el alimento o por una cama o correa, era muy gratificante.

Pero un día, una camada de perritos, eran 6 cachorros, hermosos, muy alegres y cariñosos, yo siempre les daba de comer, limpiaba sus jaulitas y poco a poco se fueron todos los cachorros, menos uno.

Llegaban a la tienda de mes y medio dos meses y no pasaba un mes, cuando ya no estaban, todos se iban con familias. Yo no le veía nada de malo, no entendía. Hasta que este cachorro, solito en su jaula, lo limpiaba, le daba de comer, lo mimaba y él iba creciendo…

Se suponía que era un poodle tacita de té, pero este perrito iba creciendo y estaba solo, todo el tiempo en esa jaula, a veces chillaba para que yo lo sacara, pero ya a mi jefe no le gustaba. Pasó un mes más después de que sus hermanos estuvieran en nuevos hogares.

Aún estaba allí. Le decía que bajara el precio y que sobre todo, me dejara cargarlo y consentirlo. Ya no le gustaba la idea. Empezaba a convertirse en un gasto, le tocaban vacunas, desparasitación y alimento diario.

Yo empecé a incomodarme, sentía que tener a ese perrito encerrado en una jaula todo el día, todos los días, hasta que alguien lo comprara, era crueldad. Además ya había vendido los otros perritos, había ganado dinero ¿Qué tanta pérdida estaba generando?

Hemoso

Le propuse llevármelo en las noches, para que no durmiera en la jaula y que saliera un rato, pero no quiso. A mi jefe no le gustaba la idea de tener al perrito en la tienda, no quería bajar el precio, no quería sacarlo, no quería nada con el pobre. Yo estaba muy incómoda. Al final, yo «amaba mi trabajo».

Ya el perrito tenía casi 4 meses, solo conocía esa jaula, ya se le hacía pequeña, evidentemente no era un poodle tacita de té, es mediano, pero aun así era pequeño, consideraba tenerlo y soñaba con eso. Era insoportable para mi, estar en casa y pensar que el perrito estaba en esa jaula.

Me puse a indagar en internet y encontré demasiada información, empecé a odiarme por trabajar en una tienda de mascotas que vende perros, donde cualquier loco puede venir y comprar un perro para matarlo de hambre o tratarlo como mi jefe lo estaba haciendo con ese perrito.

No me dejaba llamarle por un nombre, mi jefe estaba negado a cualquier posibilidad. Una señora que siempre iba, un día me sacó conversación sobre el perrito. Tenía la misma angustia y preocupación que yo, el cachorro encerrado. ¿Qué hizo para merecer ese encierro? Ser de raza y no haber sido vendido a tiempo.

La señora propuso conversar con mi jefe, pero no resultó, hasta que odiándome por no haber hecho nada antes y odiando mi trabajo, me armé de valor y le dije a mi jefe que no me liquidara y que me diera al perro. No quiso, entonces lo denuncié… pero no pasó nada.

Dejé de trabajar en esa tienda, pero pasaba todos los días y el perrito enfermó, tenía diarrea con sangre: Parvovirus. El que era mi jefe, me llamó y me pidió que fuera al local. Llegué y me entregó al perro con una cadena y un bolso para que me llevara al cachorro «enfermo».

No lo pensé dos veces, me fui directo al veterinario, recuerdo no tenía dinero, pero cuando se quiere se puede. Lo atendieron, estuve dos semanas casi sin dormir, atendiéndolo, hasta que superó la fase crítica. Lo cuidé mucho y hasta el sol de hoy, está conmigo.

Le puse Fortunato, porque fue muy afortunado al salvarse, lo amo con locura y sobre vender mascotas: La vida de nadie se negocia. Los que venden animales solo quieren el dinero, sin importar las consecuencias. Fortunato me tenía a mi, pero ¿Qué habría pasado si nadie lo quería? ¿Lo tiraba al basurero casi inconsciente como lo recibí?

Mientras tu compras un animal, otro muere en la calle, adopta y nunca compres una vida.

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