26 abril, 2024

Tomaron por asalto a las Grandes Ligas

Tomaron por asalto a las Grandes Ligas


“Un buen diplomático es quien puede hablarte sobre interesantes temas durante horas, sin decirte nada”… Joey Adams.

Best Side, New York (VIP-WIRE). ¿En cuál ciudad de Dominicana nació Fernando Tatis, cuál es su edad, cuál su promedio al bate en Grandes Ligas, cuántos jonrones ha sacado, lleva muchas carreras impulsadas, qué tal las bases robadas?

Difícilmente hay quien pueda responder correctamente a más de dos o tres de esas preguntas. Pero todos sabemos que Fernando se ha dopado y que le gusta montar en motos sin saber cómo manejarlas, combinación que le ha mantenido fuera de las mayores durante más de una temporada, hasta el próximo jueves 20.

Ahora, no ha cambiado el periodismo, pero sí el comportamiento de los bigleaguers.

Lógicamente, después de reseñar las peripepsias de algunos de esos mozos, nos quedamos sin espacio para informar acerca los jonrones que llevan Shoei Ohtani, Aaron Judge y Mike Trout, o los juegos ganados por Justin Verlánder y Gerrit Cole.

Hace unos años, si le preguntaban a cualquier periodista novato, sabía que Phil Rizzuto nació en Brooklyn, que bateaba para 273, que sacó 38 jonrones y que robó 149 bases en 207 intentos.

En cuanto Tatis, vino a este mundo en San Pedro de Macorís, está en sus 24 años de edad, todo un hombre, ya debería haber aprendido a distinguir entre lo que debe hacer y lo que debe evitar; batea en tres temporadas, para 292, 81 jonrones, 195 impulsadas, 52 robos en 65 salidas.

Sí, el espectáculo beisbolero se ha convertido en un desorden de tamaño monumental, que podemos calificar de peligroso relajo.

Cuando en 1935, Babe Ruth sacó su jonrón 714, trotó sobre las cuatro bases con la cabeza baja, viendo el terreno sobre el cual pisaba, como respeto para el lanzador, Guy Bush.

Ahora, si a alguien se le ocurre disparar, no un 763, para superar a Barry Bonds, sino otro 718, para igualar al Babe, seguramente correrá las cuatro bases a bordo de un vulgar y cochino perreo, dándose golpes en el codo (“¡Le dí con el codo!”), durante el cual sólo falta que desenvaine la espada del caso y orine el dugout contrario.

¿Es ésto mejor espectáculo que la escena de Babe Ruth en 1918?
¡¡Nooo!!

Lo indecente, lo chabacano, lo insultante, debe estar ausente de toda actividad humana.
Y no todos, pero sí un buen porcentaje de los bigleaguers de estos días han tomado por asalto el beisbol, ante la indolencia de Rob Manfred y los propietarios de equipos.

Gracias a la vida que me ha dado tanto, incluso un lector como tú.



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