19 mayo, 2024
Prohibido Olvidar. El código Chávez

El 5 de marzo de 2002, la CIA recibía un informe entusiasta de la Embajada de los Estados Unidos a propósito de la reunión tenida por la dirigencia de la CTV y la de Fedecámaras, bajo la coordinación de la Iglesia Católica, en una agencia de festejos de la capital. “Lo que vale más y brilla de Venezuela” expresó allí su coordinación —explicaba el informe—, mostrando como superadas las diferencias que había reportado en los meses anteriores entre los líderes de la CTV, los diversos partidos, Fedecámaras y la Iglesia Católica. Ahora hacían todo lo posible por conciliar. Carlos Ortega declaró: “…este acuerdo es un pacto para nosotros… para guiarnos durante la transición y para establecer un gobierno de unidad democrática …”. Sabíamos de qué pie cojeaban, sabíamos de dónde venían los reales, claro que lo sabíamos, bastaba verles las caras por televisión, oírles la retórica, pero Eva Golinger hizo más, documentó el proceso. Mirar las entrañas del monstruo como se las mira en este libro de Golinger, es superar la percepción, acertada pero borrosa, de un moloch llamado “el imperialismo”, que golpea y explota. Aquí hay sectores, dinero, concreciones, nombres. Las acciones tienen fecha, los almirantes con nombre y apellido reciben cheques, con montantes cabalmente descritos, por la autora.

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Traficando con droga

Uno de los primeros capítulos muestra que la nombrada conciliación Ortega-Carmona- Iglesia le costó al contribuyente de los Estados Unidos unos dos millones de dólares, otorgados por la NED (National Endowment for Democracy. La NED y la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (USAID) funcionan como instrumentos de penetración de la CIA, para hacer aportes en Operaciones negras —o blanqueadas—con la bendición del Congreso de los Estados Unidos. Algunas veces, ha sido dicho pero vale la pena ponerlo aquí: la CIA, por orden de George Bush padre, director, contrabandeó droga a Irán y recibía a cambio dinero con el que compraba armas para la Contra nicaragüense. Descubierto el asunto, estalló el escándalo, por lo que el Congreso regañó al presidente Reagan públicamente y le quitó a la CIA una buena parte del presupuesto para acciones en el exterior. Pero, considerando que si bien la CIA había violado las normas al manejar dinero en Nicaragua sin autorización legislativa, ello no significaba que debieran eliminarse unas acciones “necesarias y plausibles” como las de apoyar a los luchadores por la democracia nicaragüense —y ello era sólo un ejemplo—, razón por la que erigió un fondo bajo control directo del Congreso para continuar la importante defensa. Fue el llamado “National Endowment for Democracy”, cuyos dólares en flujo revisa Golinger.

La labor de conciliar diferencias entre factores aliados a los Estados Unidos o directamente generados por esta potencia, es fundamental para el poder americano. Y repetida. Así, lo que se presentó como presencia coordinada de los factores de la disidencia, sociedad civil,etc., venezolanos —la Coordinadora Democrática— se creó bajo tuición de la potencianorteamericana y, casualidad de casualidades, se siguió en ello el modelo de la Coordinadora Democrática Nicaragüense. Recordemos: “La CDN estaba compuesta por cuatro partidos políticos conservadores, dos agrupaciones sindicales afiliadas a la AFL-CIO, y una organización empresarial privada, COSEP, que tenía vínculos estrechos con corporaciones y figuras estadounidenses influyentes dentro de la comunidad empresarial”. Se les condicionó el aporte de dinero a que se unieran. En Nicaragua les salió bien, ganaron las elecciones; en Venezuela, la estrategia —descrita en el manual golpista— se mostró gastada. El nivel de detalle dado por la autora pone en evidencia la complicidad que existía antes del golpe entre el Departamento de Estado y los conspiradores civiles, medios decomunicación y militares venezolanos. El desenmascaramiento abarca, por ejemplo, a la figura de Shapiro. Como antesala al golpe, Shapiro envió un cable a Washington, donde comparaba el clima de euforia de los conspiradores reunidos en PDVSA hasta tarde en lanoche, con el producido en un partido de fútbol, después que Venezuela derrotara a Paraguay en las eliminatorias de la Copa Mundial. No acotaba que se trataba del derrocamiento de un presidente constitucionalmente elegido, hasta esa fecha por seis veces consecutivas y no le faltaba en eso razón, en cuanto la cosa era demasiado conocida por los que iban a leer su comunicación.

Y viene el punto de la masacre del 11 de abril. Como lo señala la autora, había que buscar un culpable: «…mantuvieron su afirmación de que Chávez había ordenado que se usara la violencia contra “pacíficos manifestantes de la oposición”…». Pero como bien lo indica la autora, los muertos en su mayoría resultaron venir del lado del chavismo.

Vienen trucos

Después del 11 de abril otras estrategias serán puestas en práctica por la potencia. Éstastambién son analizadas por Golinger con pruebas contundentes. La implementación de una oficina en la Embajada de los Estados Unidos en Venezuela que denominaron, según documento, “Oficina de iniciativa para la Transición (OTI) de la USAID” es una de ellas; otras, la campaña por elecciones anticipadas; la aparición y acción de Súmate; las acciones dentro del Referendo; la Guarimba; el Plan Consenso país, que fue rebautizado por el presidente Chávez con el nombre apropiado a su verdadera vocación: “Consenso para Bush”. Todos estos capítulos y particularmente el centrado en el Referendo son advertencias para la elección de diciembre de 2005. ¡Cuidado: van a usar trucos! ¡No serán los mismos del pasado, pero sí lo serán, de alguna manera! ¡Cuidado, vienen trucos! . Vino el paro petrolero, que aspiró a suspender el suministro de energía a la maquinaria industrial norteamericana para “hacer entrar en agenda urgente” a Venezuela, directamente, militarmente, por amenaza a la supervivencia de la nación norteamericana. Hicieron perder a Venezuela 13.000 millones de dólares y ellos perdieron la máscara, para siempre. Sobre el paro petrolero informa Golinger: “…se saboteó intencionalmente el equipamiento principal y las redes necesarias para el funcionamiento de la industria. Empleados de Intesa alteraron por control remoto los códigos de acceso y la programación, lo que hizo imposible que los trabajadores que quedaban en PDVSA pudieran operar las computadoras… [Alí] Rodríguez solicitó que le entregaran los códigos de acceso al equipamiento para que los empleados de PDVSA pudieran poner en marcha la industria […] Intesa siguió negándose a cooperar y al final los empleados de PDVSA tuvieron que entrar a la sede de Intesa y apoderarse delequipo para poner a funcionar la industria petrolera venezolana. […] SAIC presentó una demanda contra PDVSA por expropiación de su equipamiento y la ganó”. Seis millones de dólares debieron pagarse por eso, en una instancia tribunalicia norteamericana. El tribunal aplicó las cláusulas del contrato, que desde luego había sido firmado por venezolanos, porque, atención, portaban la cédula de identidad venezolana.

El libro nos ubica en sucesos de antes del golpe, durante el golpe y de lo que vino despuésde él, mostrándonos con esto la insistencia del Departamento de Estado de que, cueste lo que cueste, lo más antes posible, debe acabar el proceso de cambio revolucionario en Venezuela. El código Chávez es una excelente referencia para recordarnos que los planes perversos no han cesado ni cesarán. Eva debiera producir nuevos tomos de él, porque el esfuerzo de la oposición sigue.



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