26 abril, 2024

Peculadores y concusionarios – Últimas Noticias

Peculadores y concusionarios - Últimas Noticias


Desde la antigua Roma se conocen los peculadores y concusionarios. Los primeros son los que se apropian o roban los dineros públicos, en tanto los concusionarios le quitan a los particulares sumas de dinero o cualquier otra ganancia que, por supuesto, es indebida pero la víctima siente el temor que le infunde ese poder abusador cuando presiona o amenaza. “Peculado! y “Concusión” son delitos de vieja data y de la misma familia del cohecho, del concierto de funcionario con contratista, del enriquecimiento ilícito o del lucro no permitido por la ley en acto de la administración pública.
Son delitos que cometen los funcionarios públicos. Con respecto al “concusionario”, aunque el término parezca extraño, es muy peligroso toparse con él, especialmente si es un policía o un juez penal que abusan del poder. La concusión representa la idea de “sacudir un árbol para hacer caer sus frutos”. Eso sería algo sin trascendencia si no fuera por el significado de esa idea en otros tiempos. Se trataba de los que empleaban la violencia para sacar dinero a otros, lo que en derecho romano se resume en el temor infundido por una autoridad pública.
Estos son delitos emblemáticos de la corrupción en Venezuela, pero hoy en día, por ese incremento preocupante de ellos, existe el propósito de luchar contra la corrupción; sin embargo, cuando usted menos lo espera, aparece un concusionario o peculador y hasta disfrazado de “revolucionario”. Esto hay que decirlo porque si algo hace daño a un proceso, llámese “revolución” o “reforma”, es la corrupción y, por supuesto, es mejor prevenir que lamentar porque hemos venido observando cómo es penetrada la función pública por enemigos del proyecto socialista que roban y hacen de las suyas.
El peculado se castigó con la pena de muerte. En el llamado derecho intermedio la condena infamaba la memoria del difunto que en vida había sido declarado culpable. Se habla en la historia de peculadores famosos y sus nombres, por ejemplo, en Venecia, se esculpían en planchas de mármol para infamia eterna. Sin ir tan lejos, podemos citar aquel célebre Decreto del Libertador Simón Bolívar, desde Lima, Perú, dictado el 12 de enero de 1.824, que condenaba con pena de muerte al funcionario malversador o que tomara para sí de los fondos públicos “de diez pesos arriba”. No comulgo con la pena capital, ni con las penas infamantes, pero existen otras penas.



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