Educación Popular – Últimas Noticias

1825 es el primer año de la posguerra americana y es el primero en que las leyes del poder popular son concebidas por Simón Rodríguez y decretadas por Simón Bolívar. El 4 de julio, en Cuzco, se dictan dos decretos: en el primero se proclaman los derechos del indio como ciudadano y se prohíben las prácticas de explotación a que se le tenía sometido desde siglos atrás, y en el segundo, se dispone la distribución de tierras a los indígenas. El 11 de diciembre, en Chuquisaca, dicta también dos decretos: en uno, se organiza el sistema educativo de la nueva nación boliviana ya que “el primer deber del gobierno es dar educación al pueblo”, en el otro, se manda recoger y dar educación a los niños huérfanos.

En este último decreto, Bolívar pide que “se dé preferencia a los niños más pobres” y que deben ser reunidos en las escuelas. Rodríguez acota sobre este punto, que esta reunión debe darse “no en casas de misericordia a hilar por cuenta del Estado, no en conventos a rogar a Dios por sus bienhechores, no en cárceles a purgar la miseria o los vicios de sus padres, no en hospicios, a pasar sus primeros años aprendiendo a servir, para merecer la preferencia de ser vendidos, a los que buscan criados fieles o esposas inocentes”.

Sobre estos espacios para el aprendizaje, Rodríguez nos explica: “Los niños se habían de recoger en casas cómodas y aseadas, con piezas destinadas a talleres, y estos surtidos de instrumentos, y dirigidos por buenos maestros. Los varones debían aprender los tres oficios principales, Albañilería, Carpintería y Herrería porque con tierras, maderas y metales se hacen las cosas más necesarias”. Sobre la educación para las damas, “se daba instrucción y oficio a las mujeres para que no se prostituyesen por necesidad, ni hiciesen del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia”. Acá debemos recordar que Rodríguez solicita al Cabildo de Caracas el 2 de noviembre de 1793 la creación de una escuela para niñas.

Para Rodríguez, “sin Educación Popular no habrá verdadera sociedad” ya que no hay sino un solo recurso, y por fortuna muy fácil hacer que el Pueblo sea republicano, y esto se consigue con una Educación popular destinando las gentes a ejercicios que sean de utilidad para la sociedad y, en vista de que la tierra es de quien la trabaja, haciendo que aspiren fundadamente a la propiedad.

Rodríguez sabe que España es un reino en decadencia y que allá hay “escuelas políticas cubiertas con el pretexto de la religión, disfrazadas con el título seductor de Educación popular”. En ellas, “embaucan a los pueblos, haciéndoles creer que el soberano se interesa en su ilustración; pero el tema de las lecciones es, obedecer ciegamente al ungido del Señor, para asegurar su salvación”.