¿Esperar hasta el 10 de enero?

Muchas veces los políticos no caen en cuenta del daño que hacen con sus acciones y experimentos sociales. Supongo que no están acostumbrados a este tipo de análisis o saben que cuando no funciona acusar a “los otros”, el olvido los ayuda.
Un ejemplo actual y típico viene arrastrado por la caída del debate a que en otros tiempos daría pena frente a un auditorio compuesto por estudiantes de secundaria. Nada nuevo: desde los primeros días de la independencia nos acostumbramos a que los dirigentes de una sociedad que a causa de la guerra era muy pobre, buscaran chivos expiatorios.
Tal vez eso explique que los primeros culpables eran, “los españoles”, sustituidos luego en ese papel de enemigos de la pobreza por los caudillos del siglo XIX, generales Páez, Monagas y Guzmán Blanco, hasta que llegó el petróleo a relevar por unos años, y el siglo pasado se remató con el puntofijismo a la cabeza de nuestros males, aunque hay un segmento que comienza a culpar al comandante Hugo Chávez.
Aún así, me niego a aplaudir boberías como el último mantra de los políticos venezolanos, dispuestos a quitar el trabajo a brujos y brujas en el papel de estas últimas, de descifradores de un futuro que “está claro”.
Unos y otros debaten, discuten y aseguran tener la razón; pero en el mundo real redes y periodistas insisten en que para la fecha del 10 de enero de el año próximo, en primer lugar, se juramentará como presidente esa llaga que llaman EGU y, en segundo lugar, los otros llamarán al Comando Sur de USA para que comience a invadir, porque los opositores escuálidos son muy lentos y parecen divididos.
Esa peleíta ridícula solo se resuelve mediante medidas fuerte como retirarle la nacionalidad a quienes propongan este tipo de invasiones y aún así hay quien desde posiciones profundamente demócratas suscriben que “lo mejor es perdonar” para luego unir a estos malnacidos con gobierno y oposición seria.
Soñar no cuesta nada, pero lo peor es que esta cáfila ha convencido a no pocos empresarios venezolanos para que frenen sus inversiones hasta el 10 de enero “cuando coronen a Edmundo” bajo el cuento de que es dejar sus capitales en USA y Europa.
¡Allá ellos, Venezuela llama a invertir ya, no solo por patriotismo, sino porque en materia de inversión lo mejor es lo más rápido!