El tiburón
Llega el jueves 27 de marzo y aparece el señor Marco Rubio, secretario de Estado de los Estados Unidos, en Georgetown, la capital de la República Cooperativa de Guyana. Desde allá, Rubio amenaza a Venezuela y recuerda el compromiso de la nación del Norte con la transnacional Exxon y con Guyana: sería un día muy malo para el régimen venezolano si atacara a Guyana o a Exxon Mobil. Sería un día muy malo para ellos, y no terminaría bien”, subrayó el funcionario al brindar por su pleno respaldo contra los justos reclamos de Venezuela sobre la Guayana Esequiba.
“Tenemos una Armada muy grande y puede llegar a casi cualquier lugar, a cualquier parte del mundo”, repite, para que no queden dudas de que los argumentos a favor de la explotación petrolera de la Exxon en aguas sin delimitar y otras reclamadas por Venezuela son a la fuerza. “Mis derechos son del tamaño de mis cañones”, parece decir. Y los cañones apuntan a favor de los intereses de la corporación petrolera con base en Estados Unidos.
Mientras el señor Rubio dirige la imposición de aranceles para los países que compren hidrocarburos venezolanos, Exxon sí puede vender petróleo venezolano robado en aguas próximas a Guyana. En uno y otro caso, la mentalidad pirata se impone sobre cualquier otra consideración.
Para Guyana, los bajísimos impuestos pagados por la Exxon son una fortuna. A la economía guyanesa le ocurre como a la economía venezolana de los tiempos de Gómez: las transnacionales se llevan la tajada del león o, dicho en otros términos, se roban las riquezas; pero las migajas que reparten en los territorios asaltados son suficientes para que las élites de los países saqueados se bañen en piscinas de dinero, en comparación con sus ingresos y bienes anteriores a la explotación petrolera.
Ante la arremetida imperialista, el Gobierno Bolivariano ha sabido moverse con pies de plomo, levantando su voz ante los atropellos e invitando a la movilización de los pueblos por la paz. Poco importan los gobiernos de Nuestra América que se arrastran ante los requerimientos de la arremetida fascista y guerrerista del imperio. Nuestra fuerza está en la unidad de los pueblos y en la profundización de la democracia directa y protagónica.
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