El sacudón del rey

En el siglo XIX dos grandes terremotos impactaron en la memoria humana y en un extensible espacio físico de Venezuela. El primero en 1812, contribuyó a fraguar el declive del Estado federal e independiente creado en 1811; el segundo en 1894 destruyó significativamente la región de los Andes, zona de importancia económica por su producción cafetera. El de 1812 afectó a Caracas, La Guaira, Petare, Baruta, El Hatillo, Valles del Tuy, Los Teques, Ocumare de la Costa, La Victoria, Guacara, Valencia, Puerto Cabello, Maracay, Choroní, El Sombrero, Calabozo, Altagracia de Orituco, San Carlos, San Felipe, Guama, Nirgua, Aroa, Cabudare, Yaritagua, El Tocuyo, Barquisimeto, Mérida entre otras villas del centroccidente de Venezuela. La cifra de muertos, en un contexto de plena guerra, se estima en 20.000. En cuestión de segundos prósperos poblados quedaron en ruinas.
El 26 de marzo de 1812, Jueves Santo, a las 4:07 horas de la tarde fue el momento del sismo. La magnitud, que a la postre han evaluado los expertos, osciló entre 6.3 a 8 en la escala de Richter. El epicentro también ha sido tema de discusión y plantea una teoría multifocal entre la costa de La Guaira y el sur del Lago de Maracaibo, y otra de centro único cerca de Mérida. El antropólogo Rogelio Altez afirma que una hora después, a las 5 de la tarde, ocurrió otro sismo menos fuerte en Mérida, que dañó a dicha ciudad y Tabay. En Caracas casi todos los templos religiosos resultaron dañados y los fieles, en misa aquel día, sepultados entre escombros.
La tragedia perjudicó a las ciudades favorables a la independencia. Coro, Maracaibo y Angostura, leales a la corona de España, quedaron relativamente intactas. Esta discriminación de la naturaleza sirvió para que algunos curas y partidarios de Fernando VII anunciaran el castigo divino contra los desleales al rey. Asimismo, se usó el día como punición: “Jueves Santo la hicieron, Jueves Santo la pagaron”, decía un pasquín en alusión al 19 de abril de 1810, que coincidió con el Jueves Santo también.
La catástrofe desmoralizó a los partidarios de la república. El problema económico con la emisión de papel moneda sin el respaldo debido, la alza de precios, la proliferación de la guerra y ahora el terremoto dañaron la imagen de la novísima federación ante una población desolada y confusa.
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