19 abril, 2024

Un pilar de acción estratégico para la productividad

Ingeniero
Miguel Angel Sabal.

Educación Técnica para el Trabajo.

La educación
técnica
para el trabajo se refiere a la
formación y entrenamiento orientado al desarrollo de habilidades para
“saber hacer” diferentes técnicas y procedimientos que permitan la
empleabilidad. Su existencia se remonta a la existencia misma del hombre, pues
se trata de aprender a través de la imitación de aquellos que ya conocen sobre
una determinada disciplina del saber (Blanco, 2023).

La educación técnica para el trabajo es, sin lugar a duda,
la fuente más importante de
mano
de obra especializada
en los países
industrializados y sus resultados inciden en el crecimiento económico de
aquellos países en los que existe alta participación e interacción entre los
sectores productivos (empresas e industrias), al estado como garante del
desarrollo económico y a las instituciones de formación técnica profesional.

Referencias latinoamericanas de Educación técnica para el
trabajo.

Chile, Colombia y México son tres países que, desde hace
más de 20 años, pero con mucho más energía y entusiasmo en la última década,
han entendido a la perfección que la formación técnica profesional es uno de
los pilares más importantes para alcanzar el desarrollo productivo y lograr
la competitividad en los sectores industriales. Los hacedores de políticas públicas
conducentes a la empleabilidad y a la productividad (sin quitarle importancia a
una o a otra), pasando por los sectores productivos (industrias) y los
institutos de formación técnica (academia), convergen en estrategias integrales
en las que se obligan a hablar entre si para lograr que la formación técnica
responda a la demanda de la
industria viva y por tanto, genere empleos dignos, movilidad social y en definitiva
bienestar y crecimiento económico
.

Un excelente caso de estudio para entender cómo hacen los
países para convertir la educación técnica profesional en un pilar para su
competitividad el caso chileno, la economía más pujante y estable de América
Latina.
[1]

La experiencia de Chile en esta materia es digna de
estudiar a profundidad. En el país suramericano se decidió, hace más de 20 años
que, sin importar el gobierno de turno, que la educación técnica profesional
era una prioridad estratégica
para lograr competitividad y crecimiento
económico. Para ello debía existir una articulación muy poderosa entre el
Estado, los institutos privados de formación técnico profesional (que ya
existían) y los sectores industriales. Se desarrolló e institucionalizó una
política pública de gran reputación entre la población denominada
Chile Valora. [2]

Chile Valora es la marca comunicacional de la Comisión
Sistema Nacional de Certificación de Competencias Nacionales
, una
institución que supervisa y establece las líneas de acción desde una visión de
Estado de la estrategia de formación técnica profesional del país, integrada
por  representantes del Ministerio de
Educación, Ministerio del Trabajo
, sectores productivos de las distintas áreas
de la economía chilena, así como autoridades de las principales instituciones
de formación técnica profesional del país. Chile Valora se encarga del diseño y
actualización del marco de
cualificaciones nacional. El marco de cualificaciones,
se trata del sistema que recoge todas las carreras técnicas y oficios, así como
las competencias necesarias para el funcionamiento y la competitividad de los
sectores productivos del país, que se genera a través de un dinámico diálogo
tripartito: industria, academia, Estado.

El éxito de Chile Valora y su diferencia con otras
políticas públicas del continente se centra en tres aspectos:

1.     No es un política pública o campaña coyuntural para generar empleos en
un período determinado. Es una estrategia
holística que por supuesto tiene como fin la empleabilidad (de calidad) al tiempo
que responde a las necesidades de la industria.

2.     Ha trascendido a las ideologías de los gobiernos de turno, manteniéndose la
prioridad de garantizar formación técnica de calidad, empleabilidad y la mano
de obra calificada
necesaria para el crecimiento de los sectores
productivos y la competitividad internacional de la economía.

3.     Está en constante variación y actualización.
El diálogo permanente empresa – Estado-academia ha derivado en un sólido marco
de cualificaciones nacional que responde a las demandas demográficas de empleos
de calidad y a las necesidades actuales de mano de obra calificada de los
sectores productivos del país.

Finalmente, y a pesar de que el aprendizaje se genera
dentro de los campus de las instituciones de formación técnica profesional, la
participación de los sectores productivos tiene gran relevancia. En primer
lugar, forman parte importante del diseño del marco de cualificaciones nacional,
pero en segundo lugar, los laboratorios y talleres prácticos de los
grandes centros de formación técnica, son financiados y operados en gran
medida por los expertos de las propias industrias que demandan de la
mano de obra en formación. Entonces, si una institución forma técnicos en
electromovilidad, una carrera técnico profesional de gran relevancia en Chile,
los talleres prácticos son financiados por las empresas líderes en este sector
como Peugeot o Tesla.

El reto de los países pobres y con el aparato productivo
destruido:

La mayoría de los análisis sobre la posibilidad de que en
Venezuela se reactive la capacidad productiva, apuntan con toda razón a
acciones de índole macroeconómica y regulatoria. Acceso a crédito, mejorar la
política cambiaria y algunas medidas proteccionistas desde el punto de vista
arancelario (ECOANALÍTICA, 2022), son los focos de atención de los análisis
de riesgo
y al mismo tiempo los alaridos que se escuchan desde los sectores
que con mucha dificultad han logrado sobrevivir  a la crisis económica más dramática de las
últimas décadas. Sin embargo, muy poco se habla del enorme esfuerzo que deben
hacer para acceder a mano de obra calificada que responda a una eventual reactivación
económica
.

Leer
sobre la reactivación económica de Venezuela

El éxodo desproporcionado de la población joven de
Venezuela,
[3] [4] acentuada en el último quinquenio, ha
traído como consecuencias que buena parte de los técnicos soldadores,
electricistas, técnicos en mantenimiento industrial, perforadores y operadores
de taladros, técnicos agroindustriales, huyeran del país en busca de una mejor calidad
de vida.
La fuga o inexistencia de talento, así como
la imposibilidad de conseguir mano de obra calificada es uno de los
principales factores de riesgo de la actual industria
(CAF, 2018). Sin
embargo, el desafío futuro para cerrar esa brecha es aún más alarmante y
retador.

Es urgente empezar a posicionar la necesidad de diseñar
una estrategia país conducente a la generación de mano de obra calificada que
permita asumir una potencial reactivación económica desde la industria,
al tiempo que se generan empleos dignos, competitivos y de valor para
aquellas personas que formarán parte de esa enorme masa laboral. A continuación,
algunas de los pasos preliminares que se pueden ir haciendo desde ya en esta
dirección:

1.     Promover a las instituciones de formación de cuarto nivel abrir unidades de
formación técnico profesional basada en el modelo de aprender haciendo con
enfoque en competencias (modelo chileno):

si no hay oferta de calidad por parte del sector académico, no habrá forma de
cerrar la brecha de técnicos especializados en los distintos saberes.

2.     Promover la incorporación activa de
industrias en la cadena de valor de la formación en competencias:
mientras no exista un marco de cualificación nacional, las instituciones
de educación en oficios deben incorporar a las industrias de su zona de impacto
en la definición de la oferta formativa. Utilizando un modelo de levantamiento
de competencias que permita definir, junto a la empresa, las habilidades,
conocimientos y actitudes que necesitan desarrollar los aprendices, para
desempeñarse adecuadamente en el entorno del trabajo (INACAP, 2022)

 

3.     Impulsar diálogo tripartito para la creación/actualización de un marco
de Cualificación Nacional:
Las referencias
internacionales exitosas en formación técnica profesional, coinciden en la
importancia de sistematizar las necesidades de mano de obra calificada de  la industria nacional a través de un marco de
cualificación que abarque: 

a.     ¿Cuáles son los oficios o carreras técnicas que demanda la industria
nacional??

b.     ¿Cuáles son las competencias específicas que se deben desarrollar para
cada oficio o carrera técnica?

c.     ¿Cuáles son las mallas curriculares, que permiten alcanzar las
competencias específicas para cada uno de los oficios o carreras técnicas que
demanda la industria nacional?

4.     Impulsar un marco regulatorio favorable para la formación técnica
profesional.

La
regulación debe generar suficientes incentivos para que:

a)    Existan Instituciones educativas que se dediquen a la formación técnica
profesional.

b)    Exista suficiente financiación y subvenciones para dar acceso a la
formación técnica de calidad.

c)     Exista continuidad educativa entre la formación en oficios y carreras
técnicas profesionales y de pregrado.

d)    Se incorpore al sector privado en la financiación de la educación
técnica profesional, vía incentivos fiscales o contribuciones especiales.

5.     Impulsar un cambio Cultural profundo y reposicionamiento de la Educación
Técnica Profesional:
La realización de
programas que generen empleabilidad, buenos salarios y un empleo digno y útil
para la reactivación de la industrial, es el capital semilla para una
estrategia de reposicionamiento de la educación en oficios en la percepción de
los jóvenes. En Latinoamérica, y en gran medida en Venezuela, los oficios y las
carreras técnicas siempre han sido considerados caminos educativos de poca
calidad y de poca oportunidad para progresar. Un modelo nacional pasa por
impulsar la formación en oficios como una alternativa ganadora para la
empleabilidad, la productividad y el desarrollo económico del país. Siguiendo
el ejemplo de los países europeos como Alemania, Italia y Suiza, referentes en
la educación para el trabajo.

Todas
estas acciones pueden contribuir a propiciar un entorno fértil y abierto
a una discusión país de mayor alcance y trascendencia que permita la generación
de empleos de valor para la población joven y un
ecosistema
virtuoso
entre la empresa-la academia y el Estado
en la dirección de reactivar la productividad, generar competitividad y
progreso que siempre se traduce en bienestar para los ciudadanos.

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