‘América es un negocio’, ¿y el resto de los países qué son?

En su intervención en el Foro Económico Mundial de Davos, este 23 de enero, el presidente de Argentina Javier Milei arremetió contra el establecimiento o el establishment, los acusó a todos de wokistas, a los ojos de Milei son los máximos exponentes de la ideología de la izquierda socialista, una izquierda woke, que ha gobernado el mundo las últimas cuatro décadas, una manera muy particular de bautizar al neoliberalismo hoy caído en desgracia por su fracaso. Mencionó que esta vez no estaba solo, a lo largo del año ha conseguido compañeros de camino, por lo menos en “su pelea por las ideas de la libertad”, tales como Elon Musk, Georgia Meloni, Nayib Bukele, Viktor Orbán, Benjamín Netanyahu, Donald Trump, una alianza que considera que se ha ido formando.
A primera vista, por sus declaraciones altisonantes, antisistémicas, antiglobalistas parecieran, en una primera impresión, que son igualitos. Al hacer un análisis un poco más a fondo sobre los mencionados personajes, su historia y realidad, sus contextos, la ideología que profesan y sus acciones y fortuna, sus propósitos, se comienzan a notar las costuras, los abismos que los separan. Tratar de imitar los comportamientos de uno y de otro dada estas diferencias puede generar resultados muy distintos, hasta catastróficos y de consecuencias impredecibles para sus países y sus pueblos.
Más allá de los personajes, sus carismas y su individualidad, los hechos recientes de estos gobernantes y líderes mundiales mencionados al concatenarlos con las historia de dichos países sorpresivamente dibujan un panorama distinto que motivó un cambio de orientación de la presente reflexión.
Todos parecen motivados por legítimos intereses nacionales, pero al ir un poco más a fondo en la interpretación se vislumbra el carácter de estas acciones, motivaciones y ambiciones que hacen las diferencias; unos, piensan en la comarca, en la colonia; otros en la región, en el mundo y en su designios divinos; unos puede que ingenua y honestamente busquen la libertad; otros, solo persiguen intereses particulares, riquezas y poder.
Todo está relacionado, los hechos, las medidas, las acciones, las causas, las consecuencias, los problemas.
Sin embargo, cada quién velará por sus intereses, buscarán pagar lo menos posible por sus errores, como países, presentes y pasados.
Habrá mucha disrupción en esta política del espectáculo y el caos que nos impone el gobierno del presidente de Estados Unidos Donald Trump 2.0 -como sostiene Julio López en su libro “Un Agente de la KGB en la Oficina Oval La verdad es más extraña que la realidad 2025”.
El gobierno de los Estados Unidos hoy, es un gobierno mundial, el alcance de sus acciones así lo confirman, la extraterritorialidad de su marco legal, el desconocimiento de las instancias multilaterales con sus normativas, su poder militar, mediático, monetario y financiero le permiten expandir el alcance de sus acciones más allá de sus fronteras.
Se acabó la farsa, se acabó el bochinche, se acabó la puesta en escena de la democracia y el libre mercado.
Milei al igual que Bukele están viviendo una ilusión, los Estados Unidos está demostrando con los hechos que a la hora de la chiquita ni sus socios y aliados se salvan, que lo diga México y Canadá, Ucrania, la Unión Europea, Panamá, Dinamarca.
Los lemas de la campaña del presidente ya adelantaba su estrategia, “América primero”, “Hacer América Grande de Nuevo», resultaron tener más arraigo en su esencia como país, significantes, significado y sentido. El “América primero” se hizo popular en la década 1940 cuando el Comité América First, un grupo de presión, se opuso a la participación de los Estados Unidos en la segunda guerra mundial; este movimiento fue calificado como aislacionista. Hoy Trump retoma el lema para enfatizar el nacionalismo económico, el proteccionismo y la reducción de la participación del país en acuerdos y organizaciones internacionales. Ojo, esto no quiere decir que sea un movimiento antiglobalización, pretende hacerla a su manera, en sus términos y bajo su control . No es un planteamiento libertario como el del presidente de Argentina Javier Milei.
El presidente Donald Trump alimenta el espectáculo y la incertidumbre, mostrándose indescifrable, errático e impredecible, pero que nadie se llame a engaño es un hombre de negocios y muy dado a los reality show -recuerden su participación como presentador y productor ejecutivo del Aprendiz, que duró 13 años transmitido por la cadena NBC-, está rodeado por un equipo de millonarios, prominentes tecnólogos y avezados políticos.
¿Sería mucha especulación pensar en la reunión del presidente Vlodímir Zelensky, el presidente Donald Trump y el vicepresidente J.D. Vance como un montaje, cual reality?, lo que faltó fue la canción “For the Love of Money» 1973 de la banda O’Jays. “Gente no dejes que el dinero te cambie, él te mantendrá cambiando, cambiando tu mente.”
Trump sin perder tiempo impuso su estrategia y agenda dejando claro, para el país y para el resto del mundo, que en Estados Unidos la vida es como dice el asesino Jackie Cogan (personaje interpretado por Brad Pitt) , en la película «Killing them Softly», 2012: “Vivo en América, y en América cada quien está por su cuenta. América no es un país. Es solo un negocio”, una frase que acopla con el lema “América primero”, la pregunta que queda es ¿Y el resto de los países qué son?.
Los Estados Unidos está en camino de la bancarrota, ya es un secreto a voces, una advertencia muy empleada por los miembros del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) que dirige Elon Musk.
Se podría interpretar, combinando lemas, que se llevarán por delante a quien sea si de ello depende alcanzar su meta “Hacer América grande de nuevo”, frase sintetizada en la palabra MEGA, acrónimo de la expresión en inglés.
¡Guerra avisada no mata soldados!