¿Volver a la OEA?


¡Pues no! De una vez digo mi opinión para ahorrarle tiempo al lector apurado. Insisto: Venezuela no debería volver a esa trampa cazabobos en la que Estados Unidos hace y deshace a su antojo, con los votos complacientes de gobiernos latinoamericanos que por décadas han dejado de lado la soberanía para convertirse en sucursales de la Casa Blanca.
La historia de la OEA es nefasta y más cuando aparecen personajillos de la talla liliputiense de Luis Almagro, tan ruin que hasta le da pena ajena a sus patronos del norte.
Tal vez la propuesta de que Venezuela y Cuba regresen hecha pública en distintas ocasiones por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, es producto tanto de su buena voluntad y afán por ayudar a terminar con los bloqueos diplomáticos y económicos diseñados para forzar la voluntad de los pueblos de las dos naciones mencionadas en la primera línea de este párrafo. Puede ser también que en ese planteamiento influya el hecho de haber sido sujeto (cosa realmente excepcional) de una decisión favorable de una de las instancias de la OEA, cuando en 2013 la oligarquía colombiana (gobierno de Juan Manuel Santos) intentó desconocer su legitimidad como alcalde de la ciudad de Bogotá.
Sin embargo, sea cuál sea sus razones volver atrás y sacarse de nuevo la membresía de ese invento gringo producto de la Guerra Fría y herramienta útil para su obsesión intervencionista y de dominio sería algo más que un retroceso. ¿Acaso no existe la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños?
Sólo con la intención de refrescar la memoria podemos ir de lo actual hacia el pasado más remoto. ¿Qué ha hecho la OEA ante la crisis y la represión de los movimientos populares en Perú y Ecuador? Nada. ¿Y cuando surgieron las protestas en Colombia durante el gobierno de Iván Duque? Lo mismo: nada. ¿Y cuando durante las protestas estudiantiles en Chile los carabineros disparaban directo a los ojos y demás atrocidades? Otra vez: nada.
Pero la OEA, es decir, EEUU, sí hizo mucho para propiciar y sostener -hasta donde pudo- un golpe de Estado en contra del presidente reelecto de Bolivia, Evo Morales, en 2019. Se ha movido con pies ligeros para apoyar, sin rubor institucional alguno, cualquier acción en contra del Gobierno bolivariano. Y de Cuba ni se diga. Aquí recordamos un botón como muestra: el intento de invasión por Playa Girón – hecho que hace pocos días cumplió 61 años – que contó con el respaldo silencioso de ese club en decadencia.
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