El dilema de proteger a los animales callejeros


Eran las 5 de la tarde más o menos, yo estaba agotada y esperaba el MetroBús. Fue allí donde la vi por primera vez. Estaba una perrita muy alegre, cariñosa, jugaba sola y si la llamabas se acercaba.
Como esa era mi ruta, pensé en empezar a alimentarla, para ver si podía ayudarla y sacarla de la calle. Le puse Reina. Mi Reina.
Ella me veía y salía corriendo, yo la consentía, la tocaba y de verdad nunca me hizo daño, siempre fue cariñosa. Le ponía un pote de mantequilla lleno de agua y una bandeja llena de comida.
A veces ella prefería estar conmigo que comer. Reina se portaba bien, sabía que me montaba en el MetroBús y ya me tenía que ir, yo me despedía y así empecé a buscar cómo sacarla de la calle.
Recuerdo que tomé esa foto, que fue la mejorcita, porque no paraba de moverse. Es que no era muy grandota, pero ser mestiza y adulta en un mundo donde todo el mundo quiere un perro de bolsillo y de raza, era complicado encontrar una familia.
Mis compañeros de trabajo siempre me llevaban sobras o perrarina o pellejitos, siempre para Reina. Así logré llevar a una veterinaria a que la evaluara y me estaba cobrando mucho por esterilizarla.
Empecé a buscar jornadas y empecé a reunir para llevarla, porque debía trasladarla, resguardarla y pagar lo necesario para su recuperación, realmente yo no era una proteccionista y menos alguien experto.
Reservé su cupo, pero cometí el gran error de contar su historia en las redes sociales. Alguien que nunca sabré quién fue, se la llevó. Pregunté a los del metro, a la gente y todos me describieron a dos muchachas que dijeron que la vieron y que la llevarían a su nuevo hogar.
No dejaron rastro, nunca más supe de Reina. Hubiese sido bonito que ellas me contactaran, si la vieron en las redes sociales, tenían mi usuario, mi teléfono. Pero no dejaron ni un teléfono, un nombre, nada.
Yo siempre me culpo por no haberla sacado de la calle, pero en donde, yo vivía en una habitación, no podía tenerla y menos ofrecerle un espacio. Para mi, Reina fue mi perrita, esa que siempre hubiese querido tener.
A veces veo esas publicaciones y me pregunto si entre proteccionistas está bien hacer las cosas así, sin preguntar, sin dejar rastro. Ni siquiera sé si la esterilizaron. Después de eso, evito esas publicaciones porque me da mucha ansiedad, ni siquiera poder saber si está bien, si necesitaban alimento que yo le compraba.
Espero poder seguir ayudando a otros animalitos, pese a mi triste experiencia.
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