16 septiembre, 2025

un producto para obsesionarse, usar tres meses y tirar justo después

un producto para obsesionarse, usar tres meses y tirar justo después


Cada nueva edición de ‘Operación Triunfo’ tiene sabor a vuelta al cole, a plastificar libros nuevos, a nueva etapa. No solo por la emoción de conocer nueva gente que puede (o no, probablemente no) convertirse en piezas clave de la cultura pop española como ahora lo son Chenoa, Amaia, Aitana o David Bisbal, sino también por el tedio que viene de manera inexorable con los reinicios de algo que siempre es más o menos igual: las clases, el trabajo, la gala 0. Ninguna sorpresa, claro, pero, ¿quién las quiere y quién las espera en un formato tan medido?

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Un galOT

En 24 años hemos tenido 13 ediciones distintas de ‘Operación Triunfo’, una cantera, más que de músicos, de actores de musical o futuros influencers. Seamos honestos: salvo honrosas excepciones como Lola Indigo o Nena Daconte, un expulsado en la gala 6 a lo más que va a optar es a ganarse unos cientos de miles de seguidores en Instagram si ha dado el suficiente salseo. Los concursantes de esta nueva edición en Amazon Prime Video lo saben, y son perfectamente conscientes de que, en gran parte, tienen que jugar, moldear y explotar sus propias personalidades para ser salvados semana a semana: lo de cantar bien solo importa la primera gala. Después, la clave está en hacerte viral en redes sociales y que nadie te quiera ver fuera. Porque ‘Operación Triunfo’ es mucho más ‘Gran Hermano’ de lo que cualquiera de sus implicados y fans va a querer reconocer.

En la Gala 0 no es así, claro. Aquí los concursantes vienen nuevos, recién salidos de fábrica, impolutos y con sus estrategias -si las hay, que seguramente sí- aún rayando la superficie. Es entonces, conociendo un par de detalles sobre ellos y cantando una canción a su elección (ayer hubo quien se atrevió con Mónica Naranjo, que es como empezar tu carrera de arquitecto construyendo la Sagrada Familia), cuando el público debe elegir, en una decisión cruel que se repite temporada tras temporada, a qué dos personas no volveremos a ver probablemente nunca más en nuestra vida. Ayer, los elegidos para el fracaso fueron Sam, médico de familia de profesión (ya verás mañana cuando aparezca por la consulta después de cogerse un par de días de asuntos libres) y Quique, que estuvo fuera de tono durante toda su canción hasta unos límites inaudibles.

Los 16 elegidos para la gloria (entendida «gloria» como «obsesión de unas cuantas miles de personas durante tres meses antes de olvidarse para siempre de ellos») mostraron ayer todo su potencial con unas presentaciones que remarcaban los aspectos más peculiares sobre ellos, tratando de humanizarlos. Uno hacía cubos de Rubik, otra leía 50 libros al año, otro más vivía por y para las gorras e incluso tuvimos un criminólogo cantante, que por la mañana te resuelve un ‘Puñales por la espalda’ y por la noche te canta ‘Morena mía’ en un karaoke de Antón Martín. Lo que sea por marcar la diferencia y que la gente se quede contigo y no con el de al lado. Desesperados por la fama momentánea.

Cuando haces pop ya no hay stop

Algo tenían en común la mayoría de ellos: o bien no venían de familias humildes precisamente, o bien venían entrenados ya de casa. Muchos alardeaban de haber viajado por todo el mundo antes de llegar al reality, de Suecia a Estados Unidos pasando por Londres, mientras que otros remarcaban sus clases de teatro musical o de conservatorio. En ‘OT 2025’ los concursantes no son, como podían serlo Rosa o Nuria Fergó, gente con la experiencia de cantar al salir de la ducha usando el peine como micrófono, sino cantantes de orquesta, ganadores de ‘La Voz’ (Javi Crespo, que ya lo hizo en 2022, demostrando que ‘La Voz’ es absolutamente irrelevante) y actores de musicales. Van al concurso con los deberes ya hechos, y se nota. Hay lugar para la mejora, pero no para la improvisación.

OT 2025
OT 2025

La calidad de las actuaciones cubrió todo el rango desde un karaoke a las 2 de la mañana hasta la orquesta del sábado en las fiestas de Cercedilla, con chorros incontrolados de voz, gritos que se confundieron con gorgoritos y algunas elecciones musicales pésimas para una gala donde, se supone, aún no controlas tu voz lo suficiente como para llevarlas a cabo. Más allá de algunas preciosas versiones como ‘My baby just cares for me’ de Nina Simone, ‘California Dreamin’ de The Mamas and The Papas o ‘Volver’ de Morgan (cantada por Téyou, la única estrella real que brilló con luz propia), el resto de esta primera toma de contacto habrían sido muy dignas actuaciones de ‘Tu cara me suena’: voces muy bonitas, sí, pero al servicio de la imitación. 

No ayudó a aportarle picante al asunto un jurado (casi) totalmente renovado al que le falta maldad y le sobran ganas de agradar. Ni Guille Milkyway (creador de uno de los mejores grupos españoles del milenio, La Casa Azul), ni Leire Martínez, Cris Regatero o mucho menos Abraham Mateo quisieron quitarse su careta de buena gente para ponerse la de jurado estricto, y en la Gala 0 pudimos ver la tónica de los próximos tres meses. Todos lo hacéis muy bien, ha sido increíble, lamentablemente tenemos que nominar, pero sois fantásticos, etcétera. Se echa de menos una voz disonante como la de Concha Buika o -suenan relámpagos- incluso Risto Mejide. Alguien que aporte algo más que bondad… porque, desde luego, no es lo que se van a encontrar en cuanto salgan de la Academia.

Por lo demás, lo de siempre: las puertas se han vuelto a abrir y la rueda ha vuelto a girar una vez más para un producto que sabe perfectamente lo que es y lo que puede ofrecer. ‘Operación Triunfo’ es un trampolín para unos pocos, sí, pero una fábrica de juguetes rotos para la mayoría, condenados eternamente a orquestas, coros en musicales, fiestas de pueblo y ratos libres con la guitarra en TikTok. Al fin y al cabo, más de 200 cantantes potenciales han pasado por las garras de la industria a lo largo de los años, y tan solo una decena han conseguido sobrevivir a sus envites. 

Tan solo hay que ver dónde están los de la edición pasada: nombres como Paul Thin, Ruslana o Naiara, los tres finalistas, se han convertido, una vez pasada la novedad, en parte de un tejido musical muy frágil, que no notaría su ausencia: ‘OT’ ya no crea estrellas fijas en el firmamento, sino tan solo cometas momentáneos y fulgurantes, repletos de luz y que a todos nos gusta señalar, pero que, una vez pasada la novedad, dejamos que sigan su camino estelar hasta apagarse de manera irremediable. Es comida rápida para tiempos rápidos. Y ninguna versión de Toto, a estas alturas, va a cambiar eso.

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