Trumpante – Últimas Noticias
Donald Trump apela a la imagen del padre severo, es ese su mercadeo político. Nada nuevo en política, pues es un camino reiteradamente explotado que no deja de captar incautos y que, como es habitual, tiene pésimas consecuencias para quienes se sienten protegidos y para quienes son agredidos para generar la supuesta protección.
El territorio del padre severo es la casa familiar y sus terrenos inmediatos. Lo que pase más allá de ese límite debe subordinarse a lo que el “padre” dispone para su casa. Dentro de esa morada, debe imperar obediencia y disciplina. Nadie puede cuestionar lo que él decida. El debate es una falta de respeto.
Por supuesto que la experiencia en un ámbito así es castrante, pero es un marco moral que conocemos y que, en mayor o menor grado, tenemos la mayoría de las personas. Ya ha ocurrido que presidentes de Estados Unidos inicien invasiones a otros países invocando la protección de su ciudadanía, diciendo que no tienen por qué consultar ninguna instancia, porque su deber es proteger.
Trump se cree hoy más padre que antes. Hizo lo que le dio la gana durante su gobierno anterior, intentó asaltar el poder tras perder las elecciones, fue perseguido en cortes judiciales y, a pesar de todo, volvió a ganar las elecciones. Regresó trumpante.
Tiene ahora una noción de su espacio que le resulta más clara, desde sus convicciones. Ha soñado que ser presidente de Estados Unidos es presidir el mundo. Intenta hacer más contundente ese dominio y que esa contundencia esté confundida con su nombre. Trump quiere hacer historia y para ello ambiciona Canadá, Groenlandia y el control del golfo de México y del canal de Panamá.
La apuesta es cara y peligrosamente errónea. El mundo tiene hoy una conformación en la que Estados Unidos puede dejar de ser central. Cierto que la desaparición de tal centralidad tendrá consecuencias severas, pero la conformación de la economía y las relaciones internacionales tienen ahora oportunidades claras de nuevos equilibrios, capaces de prescindir del dólar y del despliegue mundial del Ejército estadounidense, que son hoy las únicas razones de peso de Estados Unidos, un país que ha perdido su empuje económico, industrial, científico y cultural. El deterioro se nota en la propia “casa”. Las elecciones las perdió el partido demócrata, la ganaron los republicanos, pero perdieron su propio partido, que es ahora el partido de Trump. Algo distinto está llamado a surgir allá.
