Trinidad y Tobago y el gas venezolano

Las tradicionales buenas relaciones entre Trinidad y Tobago y Venezuela se han visto interrumpidas por las posturas hostiles y agresivas asumidas por el primer ministro del país que formó parte de la Capitanía General de Venezuela. La actitud, sin fundamento, conlleva a especular, al grado de dar casi por verídico, que detrás de la nueva política se encuentra el interés de la nación isleña por negociar, en condiciones ultraventajosas, las inmensas reservas de gas que posee la Patria de Bolívar en la plataforma deltana del soberbio Orinoco, frontal al océano Atlántico.
La hipótesis es expuesta por el especialista en ingeniería Costa Afuera y en Negocios de Gas Natural, Luis Pietro, quien en su ensayo “El dilema trinitario: ¿El gas venezolano como solución, a la espera de un cambio político para negociar?”.
En el ensayo, Prieto señala que la primera ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar, ha manifestado su autorización para eventualmente realizar operaciones militares norteamericanas en el mar para así continuar el asedio contra Venezuela.
“El deseo de un cambio de gobierno impulsado por una paradójica intervención militar a Venezuela ha hecho soñar al Gobierno de Trinidad y Tobago con unos volúmenes de gas muy atractivos para el futuro económico de la nación caribeña”, afirma.
Ante el escenario complejo, el Gobierno trinitario procedió a realizar ruedas de negocios para ofrecer los diversos bloques en aguas ultraprofundas, que, más allá de la dificultad por el profundo espejo de agua, también se ven afectadas por la inestabilidad de la región producto de la presencia norteamericana a través de los marines y la Exxon Mobil, y el justo reclamo de Venezuela sobre la soberanía de su fachada atlántica generada por nuestro territorio Esequibo.
El especialista corrobora su hipótesis con los resultados de la Ronda de Licitación Competitiva de Aguas Profundas de 2025, ejecutada por Trinidad y Tobago, que ofrecía 26 bloques. La rueda cerró el pasado 17 de septiembre. Solo se recibieron ofertas por cuatro de ellos, a pesar del atractivo Modelo de Producción Compartida (PSC) de 2025. Las expectativas del Gobierno no se cumplieron, señala.
En la ronda, Trinidad y Tobago recibió ofertas de Cnooc, de China, para tres bloques y de un consorcio de empresas de energía más pequeñas, para otro bloque. A pesar de los esfuerzos del Gobierno trinitario por atraer ofertas significativas, solo se presentaron estas propuestas para los cuatro bloques de crudo y gas en aguas profundas disponibles.
Observa que el limitado número de ofertas sugiere que los inversores extranjeros no se mostraron entusiasmados con esta ronda. Una de las posibles razones, señala, además de la complejidad geológica y los desafíos técnicos de la perforación en aguas profundas, es la fuerte presencia y recientes inversiones de Exxon Mobil en la región.
La insuficiencia de gas en Trinidad y Tobago es crítica. La única planta de licuefacción y exportación de gas, Atlantic LNG, ha enfrentado serios problemas debido a la caída en la producción nacional y al actual déficit de gas. El analista dice que la solución más lógica y cercana para superar esta crisis era un acuerdo con Venezuela. Sin embargo, la promesa de una inversión de 42 millones de dólares por parte de Exxon Mobil podría estar postergando, o incluso excluyendo, cualquier negocio con Venezuela.
Como resultado directo de la escasez de gas natural, la capacidad de Atlantic LNG se ha visto gravemente afectada, llevando al cierre permanente de uno de sus trenes de licuefacción. Esta situación resalta la vulnerabilidad de la infraestructura energética de Trinidad y Tobago y su creciente dependencia de decisiones geopolíticas y de la influencia de grandes corporaciones internacionales.
La exportación de gas natural licuado significa para Trinidad y Tobago alrededor de 50% de su PIB; por lo tanto, la dependencia de su única instalación de licuefacción es esencial para la nación caribeña.
“Venezuela, en el ejercicio de su soberanía, está evaluando nuevas estrategias para aprovechar sus vastas reservas de gas en la Costa Afuera y abastecer el mercado global. El cinturón gasífero oriental, que incluye campos de gran importancia como Dragón, Patao, Mejillones y Río Caribe, podría ser la base para un proyecto de exportación. En este modelo, Venezuela buscaría alianzas con empresas para enviar estos volúmenes a mercados lucrativos en Asia o América Latina”, explica.
Sin embargo, Prieto destaca que cualquier iniciativa en la región se encuentra bajo la sombra de las presiones de Estados Unidos. A pesar de esto, el país no está dispuesto a entregar sus recursos de hidrocarburos para satisfacer las demandas globales sin obtener los beneficios económicos que impulsen el desarrollo nacional.
“A pesar de estos resultados, Trinidad y Tobago continúa impulsando otros proyectos energéticos y de diversificación, como las iniciativas de hidrógeno verde y los desarrollos en los campos Calypso, el Campo Dragón en Venezuela, así como los campos de yacimientos compartidos Loran-Manatee y Cocuina-Manakin, que las posturas de la primera ministra de T&T pretende negociar con Venezuela, pero con los actores que pretenden imponer los intentos hegemónicos norteamericanos y que ha continuado con acciones militares directas bajo la excusa de la lucha contra el ‘narcotráfico’ en la región”.
En su análisis contextual, el especialista precisa que después de 22 años, la Exxon Mobil regresó a Trinidad y Tobago con una inversión de 42,5 millones de dólares, añadiendo que la competencia de las compañías gasíferas y petroleras con una empresa de esta magnitud pudo desalentar a otros posibles inversores, quienes temen una desventaja en un mercado donde un actor dominante es capaz de mermar la producción de campos vecinos.
Prieto puntualiza que la reciente subasta de bloques energéticos de Trinidad y Tobago abre un nuevo capítulo en las complejidades geopolíticas de la región.
El Gobierno de Trinidad y Tobago ha puesto en oferta áreas fronterizas con Venezuela y Guyana, lo cual podría desencadenar controversias en el futuro, tal como ha sucedido con Guyana en territorios que no le pertenecen, como en el bloque Stabroex.
En el caso de Guyana, el país se ha atribuido derechos sin fundamento en su disputa limítrofe por el Esequibo, reclamando una supuesta frontera marítima con Trinidad y Tobago que no es nada más y nada menos que la fachada atlántica del mar Venezolano. Esta postura no solo ignora la soberanía venezolana, sino que también crea una situación tensa que podría afectar las futuras operaciones energéticas en la zona.
“Sin duda, la búsqueda de nuevas fuentes de gas por parte de Trinidad y Tobago es un desafío, especialmente porque su mar territorial podría contener reservas en aguas ultraprofundas. Esto no solo implica una gran complejidad técnica, sino también cuantiosas inversiones, en un momento en que los precios del gas en mercados clave como el asiático se han estabilizado tras la pandemia”.