28 septiembre, 2025
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Caracas es toda una declaración vegetal. Su propio nombre reseña a la yerba pira o bledo con que los originarios designaban a estas tierras. Catuche, que le da nombre a la cañada, es una voz cumanagota que titula al guanábano, según Henri Pittier. Otras quebradas, como el Caroata, provienen también del cumanagoto que nombran al magüey o cocuiza.

Anauco, uno de los riachuelos más caudalosos de la ciudad, recibe ese nombre gracias a los tamanacos para apodar al bucare, árbol que se alza altivo con sus crestas rojas en la espesura verde. De ahí la expresión “palo florido” —casi en desuso— para describir atributos valientes, altivos o audaces de las personas. “Frente o de cara al río”, es lo que significa Petare en mariche.

Se hace difícil esquivar que muchos de los toponímicos de la capital están asociados con la flora, paisaje o accidentes del suelo. Así tenemos, Caño Amarillo, Sabana Grande, Sabana del Blanco, Quebrada Honda, La Vega, La Quebradita, El Valle, Prado de María, La Rinconada, La Campiña, Prados del Este, Hoyo de la Puerta, Valle Arriba, Valle Abajo, Bello Campo, Campo Alegre.

Caricuao, como lo refiere Arístides Rojas, es un término corrupto derivado de caricuar, que equivale a “quebrada del Caribe”, nombre que llevó el cacique del río Turmero, hoy río Valle. Carapa entre las parroquias de san Juan y Antímano, proviene del soto resinoso, que Lisandro Alvarado identifica como Carapa guianensis, árbol de la familia de las meliáceas y Carapita es su diminutivo. También reseña Alvarado que Chacao viene del idioma cumanagoto chacu o chacau y significa “arenal”, producto de los sedimentos de las diversas afluentes que le tributan y que la hizo propicia para la siembra de café, cuyas plantas requieren de mucha sombra, en especial de bucares, conociéndose como La Floresta, mientras que El Pedregal recuerda a los peñascos traídos por deslaves atávicos del Warairarepano.

Numerosas urbanizaciones nacidas a partir de finales de los años veinte del siglo XX, producto de la explotación del oro negro, nacieron evocando nombres de árboles o alguna que otra flor. De esta suerte están entre otras, La Florida, Los Caobos, Las Palmas, Palos Grandes, El Bosque, El Pinar, Los Castaños, Los Cedros, Los Geranios, Los Pomelos, El Cafetal, Las Acacias, Los Rosales y Los Chaguaramos

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