The Smashing Machine (2025) crítica – tiene la mejor interpretación de Dwayne Johnson, pero acaba siendo un biopic demasiado convencional

Dwayne Johnson es una gran estrella. Ya lo fue durante su época como luchador del ‘Pressing Catch’, pero en el cine ha alcanzado cotas aún más altas. Eso no quita para que también esté un tanto encasillado y que él mismo lo haya fomentado apareciendo en multitud de películas en las que simplemente está volviendo a usar esa imagen que tan bien ha cultivado y que tantos millones de dólares le ha hecho ganar.
Sin embargo, Johnson parece que está intentando que eso cambie y el primer paso en esa dirección es ‘The Smashing Machine’, una película basada en la historia real de Mark Kerr que tuvo un muy buen recibimiento durante el pasado Festival de Venecia. Por mi parte, creo que aquí está su mejor interpretación hasta la fecha, pero también que la película acaba quedándose un poco a mitad de camino en lo que se propone.
A mitad de camino
‘The Smashing Machine’ es la adaptación de un documental de HBO estrenado en 2022 y también el primer largometraje en solitario de Benny Safdie, quien anteriormente había firmado títulos como ‘Good Time’ o ‘Diamantes en bruto’ junto a su hermano Josh. Era por tanto de esperar que se trataba de una historia que le apasionara tanto que no ha podido dejar la oportunidad de hacerla, aunque a la hora de la verdad no termina de tener muy claro qué es lo que busca aquí.
Por un lado, es innegable que ‘The Smashing Machine’ es un vehículo para el lucimiento personal de Johnson, quien también ejerce como productor de la película. Tampoco hay nada de malo en ello, pues todas las películas biográficas tienen algo de eso, y además el actor se entrega de lleno para convertirse realmente en Kerr en lugar de llevarlo a su terreno -quizá el único pero es que sea demasiado mayor para el papel, pero tampoco es algo que moleste demasiado-.
Eso es algo que se percibe desde sus primeras apariciones, donde resulta muy llamativo que Johnson recuerde más a Bill Goldberg que a él mismo en su etapa de luchador. Además, la transformación va más allá de un notable cambio físico, pues también le vemos abandonar su zona de confort y mostrar un rango dramático más amplio de lo habitual.


Dicho esto, ‘The Smashing Machine‘ nunca se lanza de lleno a la hora de abordar los demonios personales de Kerr. Todo lo relacionado con la adicción a la gloria de la victoria, los problemas con las drogas y su conflictivo matrimonio está ahí –Emily Blunt está un tanto desaprovechada aquí-, pero es algo que realmente se siente más como un arsenal ante el que Johnson tiene que reacciones que algo a lo que se le quiera dotar de la hondura emocional necesaria.
De hecho, resulta curioso que lo que mejor funciona a nivel humano es el claro paralelismo entre los viajes personajes de Johnson y el Mark Coleman de Ryan Bader, quien en la vida real es luchador de artes marciales mixtas y no actor. Ahí es cuando ‘The Smashing Machine’ brilla más, ya sea cuando ambos personajes están unidos y vemos la camaradería que existe entre ellos o cuando el foco se centra en cómo ambos abordan su situación profesional.
Además, Safdie consigue eso sin que a priori haya un gran esfuerzo de guion para transmitirlo, por lo que choca aún más que en el resto de apartados se sienta todo demasiado convencional, incluso cuando se juega con la misma idea de que sean bestias dentro del ring pero personajes mucho más afables y cercanas fuera del mismo.


Todo esto choca aún más por el claro esfuerzo técnico y visual para que ‘The Smashing Machine’ no sea una más, pero ese nervio que se busca a través de las imágenes no es equiparable a su aceptable pero nada brillante narrativa. Las intenciones son buenas, pero el resultado final acaba siendo demasiado funcional.
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