Son felices


Cincuenta años después de los trágicos intentos por resolver los problemas de las hambrunas y la economía, China saca de la mesa de debates el tema “erradicación de la pobreza”, porque dejó de ser un tema habitual, ya que, aseguran que erradicaron la pobreza. Y ese tema lo han cambiado por “vigorización de las zonas rurales”.
Desde aquellos intentos de la década de los sesenta y setenta, que incluyeron planes como la Revolución Cultural, cuyo fracaso generó 50 millones de muertos por hambre; o dramáticos episodios en todo ese proceso de hambruna, donde hubo hasta canibalismo, en solo cinco décadas, China ya superó todo ese trauma.
Es decir que en 50 años China dejó de hablar de combate a la pobreza, un problema sobre el que trilla todo el continente americano desde siempre, al punto que hasta en tierras del Big Brother, las investigaciones de sus propios científicos sociales, ubican en 50 millones la cantidad de pobres, incluyendo 20 millones de pobres críticos. Es decir, personas que ni siquiera tienen vivienda. O sea, que la falsedad de que el capitalismo iba a resolver el problema de la pobreza, no ha sido más que eso, una mentira, porque no se puede confiar en un sistema económico que se reproduce soportado en la pobreza y que la multiplica.
El estudio de Gallup Happiness by country and demographics, destaca que las nuevas preocupaciones de los chinos se centran en cuidar el medio ambiente, revitalizar las zonas rurales, y un tema que por ahora no llegará a estas tierras: medir la felicidad. Por ejemplo, una encuesta realizada sobre esta temática asegura que 91% de los chinos asegura que son felices, contra 76% de los estadounidenses y 67% de los alemanes.
Cuando les preguntaron a los encuestados las razones de su felicidad, respondieron que sentían que su vida tenía un propósito. Otra respuesta importante fue asegurar que sentían que tenían el control de sus vidas.
También es mentira, o fue una verdad a medias, aquella sentencia según la cual los chinos trabajaban 16 horas diarias, de lunes a lunes. Las redes sociales están llenas de cientos, sino miles de videos de los chinos vacacionando o haciendo turismo en su propia nación, cosa impensable 30 años atrás.
Estamos comenzando a ver que la propuesta de una sociedad distinta al modelo conocido es posible. Y que también es posible llegar a niveles altos de felicidad. La complejísima sociedad china, que se acerca a los 1.500 millones de habitantes, un gigantesco país con cientos de nacionalidades, le está enseñando al resto del mundo demasiadas cosas, que no le pueden gustar al Big Brother.
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