13 septiembre, 2025
Set

Para la derecha la estupidez es un elemento constitutivo de su ser. Parte de su sustancia, diríamos aristotélicamente.

A la derecha el odio proverbial a los excluidos le pone la venda en los ojos. Sin embargo, posee los medios para la confusión y los recursos para el engaño. La derecha es terca cuando se trata de favorecer sus intereses de clase en sintonía con torvas acciones imperiales.

La aporofobia “imbeciliza” a la derecha enclaustrada en un círculo vicioso, en una parálisis del pensamiento que la amarga y la enferma. Aunque, por honor a la verdad, a veces el estúpido derechista es inteligente, solo que generalmente se niega a aceptar la realidad: no es gratuito que la palabra estúpido provenga de la voz latina stupere que significa asombro, “estupor” que sabe trasmitir, inclusive, a sus víctimas habituales.

¿Qué pasa cuando la estupidez derechista se combina con una tecnología del comportamiento para desinformar y manipular la buena fe de las mayorías? Pues, entonces entramos en la mentada guerra psicológica.

Grosso modo, la guerra psicológica es la aplicación de técnicas comunicacionales que van directo a nuestra psique, a nuestra profunda subjetividad, para confundirnos y hostigarnos hasta causarnos miedo y desmoralización.

La idea es atacar nuestra “ciudadela interna” con fines políticos, económicos o militares. En el caso específico de Venezuela: para derrocar al gobierno legítimo de Nicolás Maduro Moros, acabar con el país al modo de Libia o de Siria, y luego, repartirse sus ingentes riquezas para la supervivencia de las potencias criminales.

En este sentido, sobran ejemplos históricos. Actualmente, de lejos se le divisa la costura al burdo montaje.

En el mes pasado vimos a Pamela Bondi, hablando de una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca al arresto de Nicolás Maduro Moros, ridiculez acompañada de una acusación: el de “jefear” el inexistente “Cártel de los Soles”, además de tener lazos con “El tren de Aragua” y “El cártel de Sinaloa”.

Luego, la bestia anaranjada firmaba una orden ejecutiva para que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos “combatiesen” a los traficantes de droga. Más adelante miramos el envío de cuatro mil quinientos marines, tres barcos de guerra y un submarino nuclear al mar Caribe, violentando así el Tratado de Tlatelolco. Posteriormente, observamos la eliminación de una supuesta lancha tripulada por 11 “delincuentes” que llevaban estupefacientes a los hijos de Washington…

Ahora, cabe un sinfín de preguntas: ¿Se verificó la existencia del “peñero” contentivo de la mercancía? ¿Un barquito de ese calado va a cruzar más de 800 millas náuticas de Venezuela a los Estados Unidos? ¿Por qué no lo detuvieron e iniciaron las averiguaciones respectivas? Si la intención del Comando Sur es dar un “pretexto” para una invasión o “extracción” del mandatario criollo ¿Creen que los de acá son mochos y tontos? ¿Brasil Colombia, o las ABC se prestarían para dicha acometida vandálica? ¿Así no más? ¿Y China, Irán y Rusia?

Mientras que los estúpidos derechistas en connivencia con los cowboys norteños tratan de vernos “caras de pocetas” con sus desgastadas memeces, nuestro pueblo avanza.

Pese al set de Hollywood, China negocia petróleo con Venezuela en el marco de una diplomacia soberanista, de paz y de respeto mutuo. Sin bajar la guardia, eso es lo importante.

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