18 octubre, 2025
¿Le creerán a Elon Musk?

El genocidio contra el pueblo palestino que a diario viene cometiendo el Gobierno sionista de Israel no tiene límites para la crueldad. Llegan a la atrocidad de asesinar, inmisericorde, al que busca comida en Gaza. Es una forma espeluznante de escena criminal donde el que tiene hambre pide comida y el Ejército israelí usa el alimento como arma y así, de ese modo, los hambrientos palestinos, sean niños o niñas, o cualquier adulto, mueren por bombardeos o disparos israelíes a la manera de una sentencia de muerte cuando se acercan desesperados al convoy que distribuye la comida en la Franja de Gaza, hoy sometida a la más grave crisis humanitaria.

¡Qué cosa! Hace algún tiempo se habló del derecho a no tener hambre y Amartya K Sen, premio Nobel de Economía, dijo que la especificidad de ese derecho apunta a discutir el derecho más elemental de la persona en relación con la responsabilidad política y moral de la sociedad. Hoy, por desgracia para la humanidad y en desmedro de esa responsabilidad política y moral, un Estado criminal, capaz de cualquier atrocidad, mata ese derecho y también mata al hambriento.

Por supuesto, en las circunstancias en que se comete ese cruel asesinato, aparte del delito de genocidio en sí que busca destruir a Palestina como grupo nacional, se dan crímenes de guerra, de acuerdo a la Convención de Ginebra de 12 de agosto de 1949, que el Estatuto de Roma define como matar intencionalmente y provocar, también con intención, la inanición o debilidad física de la población civil (en este caso de Gaza) como método de hacer la guerra, privándola de los objetos indispensables para su supervivencia, incluido el hecho de obstaculizar intencionalmente los suministros de socorro.

Esto lo hace el Estado sionista de Israel que usa los alimentos como arma en una perversa distribución para matar. En estos momentos Israel, sin que nadie lo contenga, continúa el genocidio y sus actos atroces con la intención de destruir al pueblo palestino mediante operaciones militares sistemáticamente preparadas para asesinar sin remordimiento, como ahora lo hacen con bombardeos y disparos contra hombres y mujeres, incluyendo niños y ancianos, bajo la modalidad de sentencia de muerte al que busca comida en Gaza, pero esa crueldad pareciera no conmover a ningún tipo de poder global ni a gobiernos e instituciones supuestamente humanitarias. Vuelven a voltear la mirada.

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