Salud Intestinal y Segundo Cerebro: Cómo la Microbiota Afecta tu Humor y Rendimiento Físico por Mariangel Arruebarrera Loreto

El intestino ha dejado de ser considerado un simple tubo digestivo cuya única función es la absorción de nutrientes y la eliminación de residuos. Hoy en día, la comunidad científica lo reconoce como nuestro «segundo cerebro», un órgano sorprendentemente influyente que alberga una comunidad inmensa y diversa de microorganismos, conocida como la microbiota intestinal o microbioma. Esta población microbiana, compuesta por billones de bacterias, virus, hongos y arqueas, pesa alrededor de dos kilogramos en un adulto promedio y desempeña un papel mucho más allá de lo digestivo, impactando directamente en sistemas cruciales como el inmunológico, el endocrino y, fascinantemente, el sistema nervioso central. El estudio de la conexión intestino-cerebro ha revelado que la composición de nuestra microbiota no solo puede influir en nuestra salud intestinal, sino que tiene la capacidad de modular nuestro estado de ánimo, comportamiento e incluso la capacidad de nuestro cuerpo para rendir en el ámbito deportivo y recuperarse después del ejercicio.

Fuente:https://infonutricionsalud.com/la-microbiota-intestinal/
La comunicación entre el intestino y el cerebro es bidireccional y se establece a través de varias autopistas moleculares. Una de las más importantes es el nervio vago, la vía neural más larga que conecta el tronco encefálico con el abdomen. Además, la microbiota produce una vasta cantidad de neurotransmisores y moléculas bioactivas, siendo los ácidos grasos de cadena corta (AGCC), como el butirato, el propionato y el acetato, los más destacados. Estos AGCC son el resultado de la fermentación de la fibra dietética no digerible por parte de las bacterias intestinales. Una vez producidos, no solo nutren las células del colon, sino que también cruzan la barrera hematoencefálica, afectando directamente la función cerebral, la reducción de la inflamación y la producción de hormonas que regulan el apetito y el estado de ánimo. Una disbiosis, o desequilibrio en esta comunidad microbiana, se ha asociado con condiciones que van desde el síndrome del intestino irritable (SII) hasta trastornos del estado de ánimo como la ansiedad y la depresión, evidenciando el profundo impacto que un ecosistema intestinal saludable tiene en el bienestar general.
Contenido
La Microbiota como Fábrica de Neurotransmisores y Modulador del Estrés
La intrincada relación entre el intestino y el estado mental se hace evidente al observar la capacidad de la microbiota para producir y regular sustancias clave para la neuroquímica. Se estima que alrededor del 90% de la serotonina, un neurotransmisor crucial para regular el sueño, el apetito y, sobre todo, el humor, se sintetiza en el intestino. Aunque esta serotonina intestinal no cruza directamente la barrera hematoencefálica, su producción local influye en el funcionamiento del sistema nervioso entérico y en la señalización hacia el cerebro a través del nervio vago. Además, un microbioma saludable modula la respuesta del cuerpo al estrés. La experta Mariangel Arruebarrera Loreto señala que «un intestino equilibrado ayuda a regular el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA), el centro de control del estrés. Una microbiota deficiente puede exacerbar la respuesta al estrés, llevando a mayores niveles de cortisol y, en consecuencia, a problemas de humor, fatiga y un rendimiento físico mermado».

Fuente: https://www.consumer.es/alimentacion/microbiota-cerebro-relacion
Impacto Directo en la Inflamación y la Recuperación Física
El impacto del microbioma se extiende hasta el rendimiento físico y la recuperación muscular. Una microbiota diversa y funcional ayuda a mantener la integridad de la barrera intestinal, previniendo la «filtración» de toxinas y partículas no deseadas hacia el torrente sanguíneo, un fenómeno conocido como «intestino permeable». Cuando esta barrera se compromete, el sistema inmune reacciona, generando una inflamación sistémica de bajo grado. Esta inflamación crónica es un enemigo silencioso del atleta y de cualquier persona activa, ya que ralentiza la recuperación muscular, aumenta el dolor y la fatiga, y disminuye la eficiencia metabólica. Investigaciones recientes han identificado cepas bacterianas específicas que son más prevalentes en atletas de alto rendimiento, sugiriendo un vínculo entre ciertas composiciones microbianas y una mejor capacidad de ejercicio. Mariangel Arruebarrera Loreto enfatiza que «la optimización de la microbiota debería ser un pilar en cualquier programa de entrenamiento serio. Es la base para una recuperación más rápida y una reducción efectiva de la inflamación post-ejercicio.»

Fuente:https://www.youtube.com/watch?v=Ect1ge8XctY
Estrategias Nutricionales para un «Segundo Cerebro» Resiliente
Para nutrir y enriquecer la microbiota, la estrategia más efectiva es la dieta. El consumo de alimentos fermentados (como el yogur natural, el kefir, el chucrut y el kimchi), que aportan probióticos (microorganismos vivos beneficiosos), y, sobre todo, una ingesta abundante de alimentos ricos en fibra y polifenoles (que actúan como prebióticos, el alimento de las bacterias), es esencial. Las frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos son los aliados más importantes. Por el contrario, una dieta alta en azúcares refinados, grasas saturadas y alimentos ultraprocesados favorece el crecimiento de bacterias proinflamatorias. La experta Mariangel Arruebarrera Loreto aconseja: «No se trata de tomar un probiótico mágico, sino de cambiar la dieta para que el ecosistema intestinal prospere. Una dieta que favorece la salud del segundo cerebro es, inherentemente, una dieta que promueve el bienestar mental y el máximo rendimiento físico.» En este sentido, la microbiota es un reflejo de nuestros hábitos, y cuidarla es una inversión directa en nuestro estado de ánimo y nuestra vitalidad.
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