17 mayo, 2024
¡Vayamos al grano!

En la mitología griega había un rey ambicioso que recibió el don de convertir en oro lo que tocara. Dice Aristóteles que el rey Midas murió de hambre por ese poder, que era una maldición. Hoy los gobernantes occidentales lo que tocan lo convierten en rusofobia, con odio no logran hacer nada constructivo para la humanidad. En la Cumbre Celac-UE querían introducir en la declaración final algo contra Rusia. Intentaron invitar al fascista Zelenski que no pertenece a la UE, y pusieron en riesgo ese importante evento.

Ahora esos señores acaban de echar a perder la iniciativa del mar Negro aprobada para sacar granos ucranianos y amoniaco ruso y el memorando Rusia-ONU para normalizar las exportaciones de productos agrícolas y abonos rusos. Todo ello fue aprobado por iniciativa y con la participación de la ONU. Se pretendía garantizar la seguridad alimentaria global, reducir la amenaza del hambre y ayudar a los países en desarrollo.

Rusia había alertado que los términos del acuerdo no se estaban cumpliendo, el memorando Rusia-ONU que preveía liberar a los cereales y fertilizantes rusos de las sanciones era de hecho letra muerta, las sanciones continuaban y eso les producía enormes pérdidas económicas. No solo eso, los ucranianos volaron el ducto de amoniaco ruso, y usaban los “corredores humanitarios”, buques, puertos y silos del acuerdo para realizar la guerra contra Rusia, acumular armamentos y realizar agresiones contra Rusia con resultados de civiles muertos e infraestructuras dañadas, y la ONU miraba hacia otra parte.

Era la clásica “ley del embudo” para Rusia, condenada a poner siempre muchas mejillas. Ninguna de las reclamaciones rusas fue atendida, y sucedió que Rusia se cansó y dijo que no hay acuerdo hasta que lo acordado se cumpla, que es lo justo. Pero ahora organizan una campaña mundial de mentiras para colocar a Rusia como culpable. Está demostrado que no era una misión humanitaria, pues eran las trasnacionales como la Cargill, Dupont y Monsanto las que se estaban enriqueciendo. Ahora se quedarán “sin el chivo, ni el mecate” por su maldición, aunque quienes pasen hambre serán los pobres. ¿Escuchará el dios Dionisio sus plegarias para que las aguas del río Pactolo les libere de su codicia y maldición rusofóbica?

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