19 mayo, 2024

Sin Edulcorar (2024), crítica – una nueva decepción de Netflix, Jerry Seinfeld debuta como director con una película que no logra canalizar su lógica de dibujo animado

Sin Edulcorar (2024), crítica - una nueva decepción de Netflix, Jerry Seinfeld debuta como director con una película que no logra canalizar su lógica de dibujo animado


Es inevitable que Jerry Seinfeld haya quedado asociado para siempre a la mítica comedia televisiva que él mismo protagonizaba. Finalizada en 1998, lo cierto es que en todos estos años no ha vuelto a estrenar nada que tan siquiera se acerque un poco al nivel de esa aclamada sitcom. También es cierto que, al tener la vida resuelta, tampoco es que haya trabajado de forma muy intensa desde entonces.

Sin embargo, ahora presenta un proyecto tan querido que le ha llevado a debutar en la dirección a sus 70 años de edad. El título en cuestión es ‘Sin edulcorar’, una película de Netflix que explora el origen de los Pop Tarts, uno de los productos estrella de Kellogg’s. Eso sí, es una película que se toma todas las libertades del mundo para dar forma a una obra tan curiosa como descompensada que lleva un paso más allá la tendencia actual de Hollywood a hacer biopics de productos en lugar de personas como ‘Air’ o ‘Tetris’.

Excesos sin refinar

Lo primero que hay que dejar claro sobre ‘Sin edulcorar’ es que es una película en la que el realismo se tira a la basura desde el minuto 1 para apostar por un relato con una lógica de dibujo animado que permite a Seinfeld construir un thriller de lo más particular. Y es que la película se construye alrededor de la rivalidad entre Kellogg’s y Post por lanzar un artículo que los convierta en los reyes del desayuno en Estados Unidos.

Sobre el papel, la apuesta de Seinfeld es de lo más atractiva, ya que le permite una gran libertad de movimiento sobre lo que puede mostrar en pantalla. Además le da un gran margen para jugar al exceso y que todo encaje dentro del enfoque que propone, pero una cosa es que la idea sea estimulante y otra que la ejecución esté a la altura.

‘Sin edulcorar’ es absurda y se vanagloria de ello de forma constante, pero lo es de una forma que parece más fruto de querer tomarse todo a guasa sin realmente tener una idea en mente más allá -un buen ejemplo de ello es todo lo relacionado con el lobby de la leche- de que debería funcionar por mera acumulación. De hecho, hay tal cantidad de cameos que, en algunos casos, acaban convirtiéndose en una simple distracción y no es un verdadero plus.

Escena Sin Edulcorar
Escena Sin Edulcorar

Todo ello es consecuencia en parte también porque Seinfeld muestra como director una tendencia casi a lo teatral, quizá resultado de sus muchos años como cómico de stand up. No es que eso se traduzca en una rigidez formal exagerada, pero sí que otorga una peculiaridad visual a la película que nunca termina de aprovechar más allá de intentar buscar que casi todo diálogo sea gracioso. Digo intentar porque de algo adolece ‘Sin edulcorar’ es de la falta de chispa necesaria para que lo que quizá sea más o menos ocurrente sobre el papel llegue a funcionar en pantalla.

Soy consciente de que puede parecer que he odiado ‘Sin edulcorar’ a tenor de todo lo que he comentado hasta ahora, pero lo cierto es que se encuentra más en el territorio de esas oportunidades perdidas que ojalá te hubiesen gustado más. Como comedia es peculiar y se aleja de lo habitual que suele darnos Hollywood, pero eso solo te lleva hasta cierto punto, que en este caso se queda en que verla se convierte en una experiencia bastante curiosa.

Además, todos los actores parecen entender muy bien el tono un tanto exagerado que tanto desea marcar Seinfeld, pero simplemente les falta un material más pulido para poder llegar a brillar. Eso lleva a que en todo momento exista la sensación de estar viendo algo un tanto impostado, ya que la película nunca termina de encontrar el punto de equilibrio para que esa tendencia al exceso cuaje. Un buen ejemplo de ello lo tenemos con los dos niños adictos al azúcar, mientras que el mejor parado sale probablemente sea Hugh Grant.

Sin Edulcorar Hugh Grant
Sin Edulcorar Hugh Grant

Con todo, ‘Sin edulcorar’ sí que propone varias situaciones en las que al menos consigue que el espectador esboce una sonrisa, por mucho que quizá sea más por lo que busca transmitir que por la forma de hacerlo, y se agradece poder ver una película en la que se te pase por la cabeza en más de un momento que cómo es posible que Kellogg’s haya dado su aprobación a esto o que al menos no se haya quejado por la imagen que transmite ‘Sin edulcorar’. Algo es algo.

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