18 mayo, 2024

Salud mental en pacientes con cefalea en racimo: Un tema alarmante

Salud mental en pacientes con cefalea en racimo: Un tema alarmante

Las cefaleas son padecimientos que, además de molestos, pueden ser verdaderamente dolorosos e incluso en casos como la migraña o la cefalea en racimos (cluster) llegan a ser discapacitantes, limitando la vida diaria, desde preparar comida, dormir, hasta asistir a un casino con amigos. Esta última produce, además de síntomas físicos muy intensos, efectos significativos en la salud mental de quienes la padecen.

Las cefaleas en racimo son un tipo de dolor de cabeza muy intenso y poco frecuente que afecta principalmente a los hombres entre los 20 y 40 años. Se caracterizan por episodios de dolor unilateral en la zona orbital o temporal, acompañados de síntomas autonómicos como lagrimeo, congestión nasal, rubor facial o ptosis. Estos episodios suelen durar entre 15 y 180 minutos y se repiten varias veces al día durante períodos de semanas o meses, seguidos de remisiones que pueden durar años. La causa de esta enfermedad es desconocida, pero se cree que está relacionada con una disfunción del hipotálamo.

Los pacientes que sufren de cefaleas en racimo tienen una gran afectación de su calidad de vida, ya que el dolor es tan intenso que les impide realizar sus actividades cotidianas y les genera ansiedad, depresión, insomnio, aislamiento social y pensamientos suicidas. De hecho, se ha llamado a esta enfermedad “el suicidio del dolor de cabeza”, ya que se estima que el 20% de los pacientes ha intentado quitarse la vida al menos una vez.

El tratamiento de las cefaleas en racimo se basa en dos estrategias: el alivio del dolor durante los ataques y la prevención de los mismos. Para el alivio del dolor se utilizan medicamentos como los triptanos, la dihidroergotamina o el oxígeno inhalado. Para la prevención se emplean fármacos como el verapamilo, el litio, el topiramato, el divalproato o el galcanezumab. Sin embargo, estos tratamientos no son efectivos en todos los casos y pueden tener efectos secundarios indeseables. En algunos pacientes refractarios se ha recurrido a la estimulación eléctrica del nervio occipital o del hipotálamo mediante electrodos implantados en el cerebro, con resultados variables.

Ante este panorama, es fundamental prestar atención a la salud mental de los pacientes con cefaleas en racimo y ofrecerles apoyo psicológico y emocional. Si somos amigos, familiares, pareja o compañeros de trabajo de alguien que padece esta enfermedad, podemos ayudarle de las siguientes maneras:

1.  Mostrar empatía y comprensión. No minimizar ni cuestionar su dolor ni su sufrimiento. Escucharle con atención y respeto cuando nos cuente cómo se siente y qué necesita.

2.  Informarnos sobre la enfermedad y sus tratamientos. Así podremos acompañarle mejor en su proceso médico y evitar comentarios o consejos inapropiados o falsos.

3.  Ayudarle a buscar ayuda profesional si detectamos signos de ansiedad, depresión o ideación suicida. Animarle a acudir al médico o al psicólogo y facilitarle los recursos disponibles.

4.  Respetar sus tiempos y sus espacios. No presionarle ni forzarle a hacer cosas que no puede o no quiere hacer. Adaptarnos a sus necesidades y preferencias durante los ataques y las remisiones. Juan

5.  Apoyarle en sus actividades y proyectos. Fomentar su autoestima y su autonomía. Reconocer sus logros y sus esfuerzos. Estimularle a mantener sus aficiones e intereses.

6.  Cuidarnos nosotros mismos. No descuidar nuestra propia salud física y mental. Buscar apoyo en otras personas si nos sentimos sobrepasados o angustiados. Mantener un equilibrio entre nuestra vida personal y nuestra relación con el paciente.

Además de estas medidas, los pacientes con cefaleas en racimo pueden beneficiarse de algunos consejos para prevenir o reducir la frecuencia e intensidad de las crisis:

1.  Evitar el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias que puedan desencadenar los ataques.

2.  Mantener un horario regular de sueño y evitar cambios bruscos de ritmo circadiano.

3.  Controlar el estrés y las emociones negativas que puedan agravar el dolor.

4.  Practicar técnicas de relajación, respiración, meditación o yoga que puedan ayudar a calmar el sistema nervioso y a aliviar el dolor.

5.  Aplicar compresas frías o calientes en la zona afectada, según la preferencia del paciente.

6.  Recurrir a terapias complementarias como la acupresión, el masaje, la quiropráctica o los aceites esenciales, siempre bajo supervisión médica y con precaución.

Las cefaleas en racimo son una enfermedad muy dura que requiere un abordaje integral que incluya tanto el tratamiento farmacológico como el cuidado psicosocial. Los pacientes con esta patología necesitan sentirse acompañados, comprendidos y valorados por las personas que les rodean. Con nuestra actitud podemos hacer una gran diferencia en su bienestar y su esperanza.



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