19 abril, 2024

Sabotaje al Nord Stream: entre negaciones de EEUU y el silencio de Europa

Rusia: Noruega obedece a EEUU y a la UE en su política exterior


El Gobierno de la Federación de Rusia en su calidad de miembro permanente, convocó a una reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para abordar el sabotaje a los gasoductos Nord Stream.

Así lo informó el representante permanente adjunto de Rusia ante Naciones Unidas, Dimitri Polianski a través de mensaje publicado en su cuenta en la red social Telegram, donde precisó que la fecha para dicha convocatoria está pautada para el próximo miércoles 22 de febrero.

El diplomático ruso señaló que esta convocatoria se suscita tras la aparición de “nueva información sobre la detonación en el gasoducto», esto en referencia a la investigación publicada por el reconocido periodista estadounidense ganador del Pulitzer, Seymour Hersh, quien apunta directamente contra Estados Unidos como planificador y ejecutor de estas voladuras.

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¿Qué pruebas presenta Hersh?

Der acuerdo a la investigación del estadounidense citando una fuente “con conocimiento directo de la planificación operativa”, la planificación de estas acciones se inició en diciembre de 2021 y para el 7 febrero de 2022 -días antes que se suscitara la operación militar de Rusia en territorio ucraniano-, durante unas declaraciones a la prensa, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden en compañía del canciller Alemán Olaf Scholz, presagió el futuro del Nord Stream en caso de que Rusia “invadiera” a Ucrania.

“Si Rusia invade, eso significa que tanques o tropas crucen la frontera de Ucrania nuevamente, entonces habrá, ya no habrá un Nord Stream 2. Le pondremos fin”, advirtió. Posteriormente al ser consultado sobre cómo lo harían entendiendo que el proyecto de este gasoducto estaba bajo control alemán, Biden reiteró su seguridad en torno al futuro de este al señalar: “Lo haremos, les prometo que podremos hacerlo”.

“El pasado mes de junio, los buzos de la Armada, que operaban al amparo de un ejercicios de la OTAN ampliamente publicitados y conocidos como BALTOPS 22, colocaron los explosivos que, al ser activados por control remoto tres meses después, destruyeron tres de los cuatro gasoductos Nord Stream, según una fuente con conocimiento directo de la planificación de la operación”, es la información revelada por Hersh.

Planificación y ejecución

En su trabajo, el periodista citando su fuente explica que el país que EEUU decidió utilizar en esta operación como aliado fue Noruega bajo la premisa de que “odian a los rusos, y la armada noruega está llena de excelentes marineros y buceadores que tienen generaciones de experiencia en la muy rentable exploración de petróleo y gas en alta mar”.

Para realizar esta operación encubierta debido a que significaba un acto de guerra contra Rusia, se utilizó como camuflaje el ejercicio que desde hace 21 años realiza la OTAN en el Mar Báltico denominado BALTOPS 22.

“El evento en el mar se celebraría frente a la costa de la isla de Bornholm y en él participarían equipos de buceadores de la OTAN sembrando minas, y los equipos competidores utilizarían la última tecnología submarina para encontrarlas y destruirlas”, refiere.

El general del ejército Mark Milley (derecha) jefe del Estado Mayor Conjunto, y la primera ministra sueca Magdalena Andersson (izquierda) en los inicios de los ejercicios militares de la OTAN (Foto AP)

Luego de colocar el C4 en los gasoductos, Noruega ideó la forma de garantizar que estos explotaran cuando así lo solicitasen las autoridades norteamericanas, para lo cual idearon un sistema de boya de sonar lanzada por un avión.

“El 26 de septiembre de 2022, un avión de vigilancia P8 de la Marina noruega realizó un vuelo aparentemente rutinario y lanzó una boya de sonar. La señal se propagó bajo el agua, inicialmente al Nord Stream 2 y luego al Nord Stream 1. Pocas horas después, se activaron los explosivos C4 de alta potencia y tres de las cuatro tuberías quedaron fuera de servicio. A los pocos minutos, los charcos de gas metano que quedaban en los gasoductos destruidos podían verse esparciéndose por la superficie del agua, y el mundo se enteró de que había ocurrido algo irreversible”, desveló Hersh citando su fuente que sostiene es de alta confianza por los detalles que dio sobre esta operación y las reuniones preparatorias.

A espaldas de Europa

La razón que puertas adentro usó la administración Biden para esta acción, es el peligro del incremento de la influencia rusa sobre Europa a través de la diplomacia del gas barato, que significaba la posibilidad de que ante la eventual guerra ruso-ucraniana, el viejo continente se negara a “apoyar” con armamento y financiamiento al Gobierno ucraniano.

Estos “temores” de la Casa Blanca se incrementaron debido a los anuncios por parte de gobernantes europeos de construir su modelo de diplomacia más autónoma, lo que significaría el fin del dominio geopolítico que mantiene Washington sobre Europa.

Por esta razón, esta operación se realizó sin informar al Gobierno alemán a pesar de constituir una acción de sabotaje directa contra este país que funge como único socio de Rusia en este proyecto que le facilitaría el incremento de la disponibilidad de gas barato para alimentar el crecimiento de su economía por los próximos años, pero que además le permitiría comercializar parte de este gas al resto de Europa con buenas ganancias, asegurando, no solo su abastecimiento, sino el de gran parte del viejo continente.

La reacción de los europeos –sin conocimiento- fue de desconcierto tal y como lo deja en evidencia la declaración de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien no dudó en señalar que se trató de un acto de sabotaje que sería investigado

“Es crucial ahora investigar los incidentes, obtener total claridad sobre los hechos y el por qué”, escribió un mensaje publicado en su cuenta en la red social Twitter tras conocerse las explosiones y recalcó que “cualquier interrupción deliberada de la infraestructura energética europea activa es inaceptable y conducirá a la respuesta más fuerte posible”.

Igual respuesta tuvo el Gobierno alemán que en un informe señaló que “todo parece indicar que no es una casualidad”.

Ante estas declaraciones donde la hipótesis del sabotaje cobraba fuerza, el Gobierno de Estados Unidos pone en alerta a sus organismos de propaganda y comienza a sembrar la tesis del “autosabotaje” por parte de Rusia que fue esgrimido por los gobernantes de Polonia y Ucrania caracterizados por mantener una férrea postura antirrusa y por sus vínculos con el neonazismo.

Estas acusaciones fueron calificadas por Rusia como “absurdas” y puntualizó que “nuestros servicios especiales dijeron inmediatamente que es un sabotaje, que tal destrucción de las tuberías pudo suceder solo en el caso de explosiones muy fuertes”.

Nuevas evidencias en “Mute”

Tras las revelaciones muy específicas hechas públicas por el periodista estadounidense, solo el Gobierno de los Estados Unidos ha salido en su defensa para señalar que la información presentada por Hersh es “totalmente falsa”.

Bajo el argumento de “completamente falsa y completa ficción”, Estados Unidos ha intentado descalificar estos informes que han sido corroborados por agencias como Reuters y que dada la precisión de la información resulta difícil de negar.

Contrario a esta negación sin argumentos sino arguyendo a la descalificación por parte de Estados Unidos, en Europa, que está inmersa en el conflicto ucraniano a petición de sus aliados norteamericanos y con una crisis energética provocada por sus acciones contra Rusia, impera el silencio.

A la fecha el único pronunciamiento realizado por los Gobiernos europeos se suscitó en Alemania, donde tímidamente la portavoz del Gabinete de Ministros alemán, Christiane Hoffmann, indicó que «el Gobierno federal no tiene ninguna prueba para respaldar esta tesis o afirmaciones hechas en el artículo».

En medio de este panorama de negaciones y mutismo adoptado por EEUU y Europa, el Gobierno de la Federación de Rusia alude a su potencial en la escena política internacional para llevar al seno del máximo órgano de decisiones de la ONU esta denuncia, a sabiendas que cualquier proyecto contará con el veto de Estados Unidos que se ha convertido en el principal sospechoso de una operación de sabotaje que a todas luces solo benefició sus intereses geopolíticos a merced del daño ocasionado a sus “aliados”, aplicando aquella vieja conseja de Nicolás Maquiavelo de: “el fin justifica los medios”.  



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