19 mayo, 2024
De San Remo a Caracas

Desde el 1° de mayo en el Parque de la Victoria de Moscú, se exhiben muchos equipos occidentales suministrados a Ucrania por Estados Unidos y Europa. Multitudes de rusos se fotografían junto a dos enormes tanques parcialmente dañados, un Leopard alemán II y un Abrams estadounidense, capturados en el interior de Ucrania. Forman parte de una exposición de tres docenas de vehículos capturados. Los visitantes rusos se llenan de orgullo y patriotismo al ver que sus soldados han derrotado a las armas consideradas “invencibles” de la Otan y con ello crece su determinación para ir al frente sin dudarlo.

Con mucha amargura la Otan mira hacia esa exposición que es mucho más que la mera exhibición de técnica militar, pues su significado es muy profundo. Allí se puede contemplar en vivo que no existe ninguna “arma milagro” o game changer, que pueda salvar a
Ucrania de su derrota. A pesar de nuevos paquetes de ayuda militar, el destino de las armas occidentales será el mismo. Los rusos han aprendido a derrotarlas con elevada efectividad y no hay ninguna que escape a su destrucción, que por cierto son armas muy costosas. Aún con muchas armas nuevas, Ucrania ya prácticamente no tiene el personal militar competente y dispuesto a usarlas, ha perdido totalmente la iniciativa estratégica y, sobre todo, la moral de combate: los jóvenes ucranianos saben que morirían por una causa ya perdida y sin sentido y no desean combatir. La Otan teme que los rusos estudien muy bien sus armas y desarrollen más técnicas para derrotarlas, así como perfeccionar sus propios armamentos y hacerlos más invulnerables ante las armas occidentales. Del otro lado, los rusos están admirando más sus propias armas y crece su convicción en la victoria final. La moral del Ejército ruso está muy elevada y lleva un paso arrollador e imparable de nuevas y nuevas victorias. Algunas de las armas incautadas serán exhibidas en la Plaza Roja de Moscú durante el desfile del Día de la Victoria el 9 de mayo. ¡Qué ironía del destino!, la Otan soñaba que sus armas llegarían a Moscú, y en efecto llegaron y hasta el mismísimo Moscú, solo que derrotadas como aquellas de los nazis y para ser exhibidas como muestra de su derrota estratégica.

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