27 abril, 2024
Muerte y verdad de Francisco de Miranda

Teniendo los ingleses posesión total sobre Cádiz y por ende sobre la prisión de La Carraca, donde estaba Miranda recluido, no fue liberado. Llamativo es el hecho, máxime cuando que el jefe de esos ingleses es el duque de Wellington, su contertulio cien veces sobre tema de América española, hombre que planeó con él la campaña generalizada de expulsión de España de la América en 1808.  Cierto que Miranda es un preso casi personal del rey Fernando Séptimo, objeto de su justificado odio, pero Fernando no podría oponerse a un deseo del director de las tropas que expulsaron a Napoleón de España y lo han devuelto al trono. Quizá ni siquiera se atrevería a pensarlo. Además los vínculos de Miranda en la corte de Londres son grandes, los banqueros Turnbull, por ejemplo, que le envían ropa de seda y financian un plan de fuga que se prepara, por ejemplo lady Stanhope, que tiene dos hijos de él y es sobrina de William Pitt, ex poderosísimo primer ministro inglés.  

Con Francisco de Miranda moría una aventura misteriosa, de alta política mundial, oscilante entre masonería yorkina y masonería escocesa. Inmensa debió ser su decepción el día que escuchó a William Pitt decir que Inglaterra optaba por los liberales españoles y lo relegaba al desván, factiblemente para siempre. Estaban en la quinta Hollwood, Miranda cayó en el césped víctima de un dolor terrible en la pierna derecha, gritó insultos sin fin al primer ministro. Quizá ahí decidió ser enemigo de Inglaterra, quizá lo hizo en los días siguientes, en la tranquilidad de su biblioteca. Volvería a su militancia yorkina. Obvio que conocía la manera de llegar a Bonaparte y proponerle un pacto. Que lo haya hecho es una hipótesis. El paso siguiente hubiera sido  poner a sus lobatones en militancia del imperio francés. ¿Era eso posible habiendo sido juramentados en Grafton Street? 

¿Intentó ejecutar tal cambio y salió mal? Hay dos detalles que se suman a la omisión de Wellington. Primero: en los días de gobierno mirandino apareció en Caracas Jeremy Bentham. Fue tan poco dicha su estancia que sólo figura en el rumor, derivado de comentarios maliciosos, acerca de sus actividades homosexuales con muchachos en la ribera del río Guaire. Rara esta no notación de un hecho que debería ser bien conocido por la posición inmediata al rey inglés que Bentham detentaba, posición de miembro del Privy council británico, que significa conspiración internacional con componente policial. Bentham es el más significativo visitante a Venezuela de los años de la Primera república. Debió venir en el intento de establecer el régimen económico que postulaba y del cual había sido Miranda el adalid pero no se sabe de la inspiración benthamiana de ninguna ley o código emitido entonces y la Constitución que se aprobó, redactada por Juan Germán Roscio, fue una imitación de la norteamericana.  La carencia de historia de la misión Bentham en Venezuela es una rareza más. Bentham no debió salir satisfecho de Venezuela.

Un segundo detalle consiste en que Miranda es capturado por Bolívar y su grupo mientras dormía en la Casa Guipuzcuana de La Guaira. Estaba allí porque, tras subir a un barco inglés donde debía pasar la noche, decide pasarla en tierra. La verdad es que no podía ignorar el incendio de odios que dejaba en Venezuela. ¿Qué lo impulsa a tomar la peligrosa decisión? Si conocemos las gestiones diplomáticas de búsqueda de alianza con Bonaparte adelantadas por el clan yorkino que gobernaba en Venezuela, no luce aventurado suponer que pudo considerar más peligroso permanecer a bordo del barco inglés que dormir en tierra. Horas antes había enviado a Pedro Gual ante Madison a aliar a Venezuela con los Estados Unidos, que iniciaba la llamada Segunda guerra de independencia norteamericana, contra Inglaterra. ¿Podía esperar protección de los ingleses? Estaban peleándose Inglaterra y Estados Unidos la Luisiana, él la había asignado a Estados Unidos en la Carta de París. 

Errores habrían sido en su vida el no haber ametrallado a los seminaristas que, asociados con la invasión inglesa, incendiaban el sur de Francia. Napoleón realizó la masacre y continuó el camino a Italia y Egipto que lo conduciría  al cargo de Primer Cónsul de Francia, al que Miranda estuvo candidateado. Por supuesto, no lo estuvo por su enorme cultura, porque el poder no es un certamen intelectual, sino por representar al más grande botín del mundo. 

Pero ¿Porqué Miranda representaba una opción de captura de América para quien lo apoyara? Cualquiera puede presentarse en una corte y declararse representante de Hispanoamérica, para que eso no provoque risas tiene que haber algo que lo sustente. Apoyo y delegación de la masonería girondinayorkina los tuvo, también de la escocesa pero ¿Por qué los obtenía? Esto devuelve el pensamiento al vínculo sanguíneo con Barujh Spinoza atribuídole por Dumoriez.  ¿Verdad?

Miranda salvó la Revolución francesa, el mundo sería otro sin él. También si hubiera sabido ganar batallas. No bastó saber más que los generales, darles lecciones de todas las teorías, perdió en Nerwinden, perdió en Coro, en Guarenas, perdió ante Domingo Monteverde, sólo triunfó en Galvestown y en Valmy, pero Valmy fue una comedia masónica. Antonio José de Sucre no poseía la sabiduría de Miranda pero fue el mejor general del mundo, José Antonio Páez era un peón de hacienda pero Pablo Morillo escribió que con él a su mando podía poner a Europa a los pies de su reina. 

Tito Salas pintó a Miranda sentado sobre el lecho poco aseado de una mediocre celda de la prisión de La Carraca, el tobillo encadenado a una pesada bola de hierro, cercana la humillante bacinilla. Medita.  



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