27 abril, 2024

Ligia Carolina Gorriño Castellar | ¡Entérate! ¡Un breve repaso por el origen de los seguros!

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DAT.- Los seguros forman parte indispensable de nuestras vidas. Ya desde la antigüedad el hombre ha buscado la seguridad para tener bienestar y centrarse más en sus objetivos, porque tener un seguro contratado le ofrece al cliente tranquilidad ante cualquier imprevisto.

Explica Ligia Carolina Gorriño Castellar que los orígenes del seguro se remontan hasta tiempos antiguos, y aunque la figura del seguro como tal es más reciente, ya hay indicios de su existencia siglos atrás.

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La génesis de los seguros

Las primeras formas de seguro se registran en la Edad Antigua en las civilizaciones griegas, romanas o babilónicas. Estas sociedades ya buscaban proteger sus intereses personales y los de la comunidad y se han encontrado antecedentes del seguro unos 3.000 años antes de Cristo, entre mercaderes de Babilonia. En esta época se asumía en común el coste de la mercancía perdida que se producía mientras se cruzaba el país.

A estos acuerdos se los conocía como préstamos a la gruesa y consistían en que una persona hacía un préstamo económico a otra por el valor de determinados objetos que llevase entre sus mercancías. Años después, hacia el 2.250 a.C. se terminó legalizando esta práctica como parte del Código Hammurabi.

La solidaridad de los vecinos era la premisa en la que se basaba esta costumbre, que cubría cualquier imprevisto que sucediera. Para formar parte de este grupo había que comprometerse en un acuerdo que recogía diferentes supuestos y, para que nos hagamos una idea, se reponía desde un animal muerto a una nave. Además, este sistema ya estipulaba un procedimiento de indemnización a la esposa en caso de fallecer el cónyuge, un acuerdo muy parecido a un seguro de vida.

También el comercio marítimo de Rodas (Grecia) se hacía eco de los préstamos a la gruesa con el fin de proteger sus barcos y sus mercancías. Asimismo, existía una asociación cuyo objetivo era socorrer a sus socios mediante una cotización de todos los pertenecientes al gremio. Del mismo modo, las asociaciones de artesanos, a través de una aportación, se garantizaban sus funerales. En la época de las cruzadas, el préstamo a la gruesa evolucionó tanto que ya se podía asegurar un buque y su carga pagando una prima fija.

Seguros en la Edad Media

El seguro con ánimo de lucro data del siglo XIV en Italia. En esa época, los aseguramientos marítimos se hacían por medio de préstamos, de forma que se establecían una serie de garantías de solidaridad de todas las expediciones. De hecho, a esta época pertenece el primer contrato de seguro marítimo que fue firmado en el año 1347, en el que se aseguraba el buque Santa Clara que hizo la ruta entre Génova y Mallorca. Estos contratos recibieron por primera vez el nombre de pólizas.

El 2 de septiembre de 1666 marcó un antes y un después en el sector de los seguros: ese día se produjo el gran incendio de Londres que se extendió sin límites y que arrasó gran parte de la ciudad. Más de 12.000 viviendas, 87 iglesias destruidas y miles de personas que perdieron sus casas y negocios. Un médico abandonó su profesión para dedicarse a reconstruir las viviendas arrasadas y de ahí surgió la idea de crear su compañía aseguradora de incendios propia en 1667, la Fire Office.

La Lloyd’s Underwriters, una bolsa de seguros y primera asociación de aseguradores particulares, nació de una publicación creada por Edward Lloyd, que comenzó a informar en ella acerca de los cargamentos enviados y las pérdidas en el mar, entre otras noticias sobre viajes y mercados en el mundo.

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Dicha institución se convirtió en la sociedad anónima de aseguradoras más famosa del sector, dedicada a reasegurar cualquier tipo de póliza, y hasta mediados del siglo XX, monopolizaron todos los seguros marítimos del país.

En 1802 se crea en Toulouse una gran mutua de seguros que dio lugar al reaseguro, que tiene como fin la distribución del riesgo asumido por los aseguradores: se reservan la parte que pueden soportar y el resto lo colocan en entidades reaseguradoras. Con este sistema, si ocurre un trágico accidente, no es una sola compañía la que tiene que hacer frente a todos los gastos, sino que se reparte entre muchas.

En el siglo XVIII en España se desarrollaron de forma muy amplia las compañías de seguros, especialmente las marítimas, los seguros de incendio y de vida. El gran impulso tuvo lugar en 1883 con la creación de la Comisión de Reformas Sociales, en la cual se sentaron las bases de la ley de Accidentes de Trabajo, que se promulgó en 1900, y ocho años más tarde se fundó el Instituto Nacional de Previsión originando lo que es la Seguridad Social en nuestros días.

(Con información de Ligia Carolina Gorriño Castellar)