27 abril, 2024
La integración - Últimas Noticias

En lo más profundo del “ser” de Estados Unidos —disfrazada en la superficie con eufemismos— existe la certeza de que en el continente somos el escalafón más bajo de la especie humana o como prefieren llamarnos “la raza inferior”. Y es lo que nuestra torpeza y miopía no nos permiten ver y sentir que detrás de cada palabra gesto o acción del Gobierno yanqui hay un profundo desprecio hacia nuestros pueblos (el “otro”). Y esa estolidez nos mantiene divididos y peleando.

En febrero de 1848 se firmó el Tratado Guadalupe Hidalgo en el que México perdía la mitad de su territorio y EEUU lograba uno de sus objetivos, el dominio territorial desde la costa atlántica hasta la costa pacífica, lo que puso de inmediato bajo la mira a sus próximas víctimas: Nicaragua y Panamá, para “promover” la apertura de un canal interoceánico.

En 1848 el cónsul de EEUU en la ciudad de León en Nicaragua decía: “las revoluciones aquí son de un carácter tan terrible, que no se espera ningún bien… es una creencia positiva, que si no fuera por la proximidad de la influencia civilizadora de los Estados Unidos, este país poco a poco volvería al estado aborigen…”.

En 1855 William Walker se nombró presidente de Nicaragua con el apoyo de la élite local (lucha solapada entre EEUU y Gran Bretaña por el control del paso interoceánico).

En 1909 el secretario de Estado Knox refiriéndose al gobierno del presidente José Santos Zelaya dijo que era “una mancha en la historia de Nicaragua”. Ya en 1985 el presidente Reagan había declarado al Gobierno sandinista “un régimen fuera de la ley”. En 1989 el presidente Bush (padre), en una conferencia de prensa en Costa Rica se refirió al presidente de Nicaragua Daniel Ortega como “ese animal no deseado en una fiesta en el jardín”. Y lo trató de “hombrecito”. En 1903 Estados Unidos y Wall Street se inventan un país: Panamá.

En enero de 2019 el gobierno yanqui crea una realidad paralela (Narnia) y nombra un títere presidente al que apoyan 50 payasos y arlequines (incluidos gobiernos de nuestra región) para derrocar al Gobierno legítimo de Venezuela, robar el oro, las reservas internacionales, adueñarse del petróleo y sus recursos. Si no creemos en nosotros, en lo propio nuestro, si no se siente y entiende esa realidad será muy difícil la integración.



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