2 mayo, 2024
la hamburguesa burrera con todo que no sabe nada

“Megalodón 2: El gran abismo” llega al cine contra viento, marea y crítica. La película que trae de vuelta a un tiburón gigante, que solo vive con la intención de clavarle los dientes a Jonas Taylor (Jason Statham), regresa tras cinco años de distancia. Y es que fue en 2018 cuando el mundo vio por primera vez la lucha, cuerpo a cuerpo, entre el humano y la bestia.

Pero los rencores parecen seguir latentes. Es por ello que en esta secuela la dimensión del problema es más grande, lo mismo que la sed de venganza del depredador. Para darle más alimento a la ficción, así como sobre saltos o expresiones de asombro a los fans, la película mete a un megalodón inteligente. También a uno prehistórico, a varios más que actúan en manada y, por si era necesario un extra, dinosaurios y hasta un pulpo gigante. Es como esa hamburguesa a la que le metes todas las salsas, lechuga, papas, huevo, tomate, cebolla, tocineta, queso, chuleta, chorizo, aguacate y al final ni te cabe en la boca ni sabe a nada.

Sí, parece descabellado pero es así. Obvio que los fans de esta historia se darán banquete con las situaciones más fuera de lugar que puedan entrar en su cabeza. ¿A qué me refiero? Bueno, que si creía que la escena era fumada y no podía ser peor, siempre hay creatividad que la supere.

Los malos son ultra cliché, los buenos son bonachones y divertidos, los niños son tontos y escurridizos. TODO, en mayúsculas y como el megalodón, es magnánimo. La gente en sala a ratos se reía de las locuras que veía en pantalla y creo, que ya por allí, la película cumple su objetivo.

Otro detalle es que la historia parece correr a dos ritmos. ¿Por qué? pues porque la primera parte, hasta el escape de la estación submarina, podría sentirse como sombría, en suspenso, asfixiante. Pero luego, todo es tan loco que se vuelve la propia comiquita. Incluso se diluye el desarrollo de los personajes que pasan de tener relevancia a desaparecer y eso es raro.

Otra cosa que raya la cornea es querer meter a un latino como villano. Ok, es plausible el hecho de que los latinos tengan más acceso a papeles en Hollywood y que sea el malo también. Pero, el problema es que parece una mala copia de Pedro Pascal, el actor de moda.

En todo caso, es el personaje de Jason el que mantiene al espectador pegado al asiento con la quijada descolocada. Pues incluso ese mundo submarino, donde se refugiaron especies cavernícolas, desluce ante la actitud de malote del protagonista.

No se preocupe por tratar de entender “Megalodón 2”, que cuando saldrá del cine quizás ya hasta la haya olvidado.

Los críticos le dieron la calificación de 28% de “podrida” en Rotten Tomatoes pero a veces eso no evita que la audiencia vaya, se gaste la plata y la disfrute. La producción costó 129 millones de dólares. ¿Será que los recupera?



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