9 diciembre, 2024
De San Remo a Caracas

La élite de los Estados Unidos ha tenido siempre una posición hostil a nuestra soberanía. El 25 de mayo de 1820, el Libertador escribió a José Rafael Revenga: “Jamás conducta ha sido más infame que la de los americanos con nosotros”. Y se refería, por supuesto, al gobierno de Estados Unidos.

En 1806, Miranda había pedido de mil maneras su apoyo, pensando que habría alguna solidaridad entre americanos (ellos y nosotros) que buscaban su independencia frente a Europa. Pero no hubo entonces ninguna respuesta: el pensamiento de la élite gobernante en los Estados Unidos es que les resultaba mejor que la América al sur de sus fronteras siguiera bajo dominio español hasta que ellos tuvieran suficiente fuerza para dominarnos.

Es la que llaman la teoría de la “fruta madura”. En 1810 salía una comisión de la Junta
de Gobierno venezolana a buscar apoyo gringo para nuestra independencia.

Otra vez la respuesta fue nula. Los Estados Unidos se declararon “neutrales” durante todo el proceso de nuestra independencia; una “neutralidad” parcializada, pues no tuvieron objeciones en vender armas y otros apoyos a la corona española, mientras amenazaban con cárcel a quienes intentaran apoyarnos.

Pero una cosa es la élite y otra los pueblos. Porque sí que hubo apoyo en Estados Unidos para Miranda, de allá vinieron voluntarios en su ejército, y varios dieron su vida en la incursión patriota.

Igual los hubo en 2019 cuando el gobierno de Trump pretendió imponernos un “presidente interino”. En abril de aquel año, un grupo de ciudadanos estadounidenses, molestos por el intento de derrocar al gobierno de Venezuela orquestado por Estados Unidos, estableció el Colectivo de Protección de la Embajada de Venezuela, para evitar que la sede diplomática cayera en manos de los secuaces de Guaidó.

El grupo, liderado por Medea Benjamin, convirtió a nuestra embajada en Washington en un centro de agitación antiimperialista. Mientras la policía asediaba la embajada venezolana para intentar desalojarles, ellas y ellos se mantuvieron resguardando esa porción del territorio venezolano en la capital de Estados Unidos.

Dos parejas de estadounidenses se quedaron en la casa, hasta que los sacaron por la fuerza. Sobre ellos pesaba la amenaza de al menos un año de cárcel. Son también nuestros héroes, que merecen nuestra admiración y reconocimiento.

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