16 enero, 2025

Gobierno de Rafael Caldera: astucia, debilidad y canalladas (2)

Gobierno de Rafael Caldera: astucia, debilidad y canalladas (2)

Lanzado por el camino neoliberal, Caldera llamó al gobierno a Teodoro Petkoff, de la «sinistra». Larga y poblada de saltos era la biografía de Petkoff: había pasado de comunista ultra a eurocomunista; de ahí a socialdemócrata vergonzante; después a filoperonista al estilo de Cámpora; a socialdemócrata a secas, llegando al llegadero que sus ex camaradas comunistas le señalaron como inevitable en el momento de la ruptura para abrirse con el MAS. Pronto superó Petkoff ese llegadero y apareció como aceptador crítico del neoliberalismo, para inaugurarse como neoliberal a secas en los días de la caída del comunismo. Todo esto fue teórico o de declaraciones; ahora, como ministro de Cordiplan de Caldera deberá convertir en realidades de economía sus celebraciones de la Libertad y sus condenas al economicismo y al stalinismo. 

Una misión del FMI viene a Venezuela y tras una semana de discusiones con Petkoff y sus asesores, firma con la República endeudamiento por 15.000 millones de dólares. Ese dinero no hacía falta, jamás se supo para qué sirvió, con excepción de «generar confianza en Venezuela por parte de los organismos multilaterales». Se cumplirá el dicho que reza «la cabuya se rompe por lo más delgado», porque los 15.000 millones los pagará el pueblo de Venezuela. 

Aleccionadores pensamientos sobre lo que es la vida debió tener el viejo presidente viendo que aquellos hombres a los que él combatió como al enemigo malo toda la vida, seguían ahora sus directrices. Petkoff más derechista que él. 

Una escena menor contribuye a pintar las realidades de esos días. Como una manera de paliar la orgía de cifras de entrega de Venezuela y la ola de inflación que los anuncios del paquete económico han desatado, Caldera ofrece un decreto de aumento general de sueldos. No será gran cosa, un 10%. Como pasan los días y no se produce, un periodista interpela al presidente:

—¿Cuándo se va a decretar el aumento, señor presidente?

—Estamos en eso —fue la respuesta. 

Pero no hubo aumento. Seguramente el FMI lo prohibió. No hay que dudar de que Caldera quisiera concederlo, ¡pero estaba taaaan de rodillas ante el FMI!

Después viene lo de la flexibilización laboral. Se forma la Tripartita, una comisión que integran el presidente de Fedecámaras, el de la CTV y Petkoff. El asunto es quitarle las prestaciones sociales a la gente. Y se las robaron. Desaparecieron de las libretas bancarias esos veinte millones de bolívares, diez millones, ahorrados en toda una vida de trabajo, con que las personas iban a comprar la casa propia, a montar el negocio de la vejez.

Los ricos se quedaron con eso. Hubo gente que criticó, que habló de «el robo de las prestaciones». Pero ésa, para los politólogos del entourage de Petkoff, era gente estúpida, retrógrada, resistente al cambio. Una cuña de televisión gubernamental describía, entusiasta, «El consenso de la Venezuela productiva», la Venezuela de Petkoff, la CTV, Fedecámaras. De tal consenso estaban excluidos, desde luego, los criticones. Sí, criticones, porque a cambio del «recálculo» —no era robo, era recálculo— de las prestaciones, se abrirían cien mil puestos de trabajo cada año. Vale la pena repetir la cifra: cien mil puestos de trabajo al año. Como además Venezuela tenía el aval del Fondo Monetario Internacional, las empresas del gran capitalismo mundial estaban comprometidas a eso y ansiosas de llegar a Venezuela como lluvia, no había más que esperar unos cortos trámites. Petkoff hablaba mucho por televisión en esos días. 

La flexibilización laboral tuvo entre sus consecuencias la división del partido Causa R. Curiosamente, los sectores del movimiento más sindicalistas en su origen, comandados por Andrés Velásquez, se cuadran con la medida mientras que otra mitad de «la Causa», donde despuntan Aristóbulo Istúriz y Alí Rodríguez Araque, repudia la medida y se opone activamente a ella. Desde entonces los dos sectores no serán parte de lo mismo. 

Escondrijo sobre la mayor reserva del planeta

Tras la flexibilización laboral se inicia la Apertura Petrolera, un remate de campos que aspiró a quebrar a la OPEP mediante un truco técnico-legal: la producción de los pozos así asignados no estaría atada a las cuotas de producción restringida, que son la sustancia de la Organización de productores y exportadores de petróleo. Se abría la competencia interdestructiva con los socios en la Organización. Alí Rodríguez Araque y otros miembros de su organización introducen en la Corte suprema de justicia un recurso de nulidad contra la Apertura petrolera. La principal área donde se dan concesiones es la Faja bituminosa del Orinoco. Se la llama Bituminosa para señalar que los hidrocarburos que tiene bajo capas de suelo no son petróleo, y que son tan gruesos que sería ruinoso refinarlos para sacar de ellos carburante. Ello justifica el precio muy barato de los lotes. Hará falta que llegue al poder Hugo Chávez para que se sepa que la Faja bituminosa no era bituminosa, que era Faja petrolífera, que petróleo es lo que hay allí, y en cuanto a gas, el mayor del mundo. Había escondrijo sobre la mayor reserva del planeta. Ha leído bien, había escondrijo sobre la mayor reserva del planeta. Toca imaginarse el día de revelación de que la Faja tenía petróleo, que su dimensión es inmensa, que su valor en dólares es de tantas cifras y de que ya no era de Venezuela. Tal día llegaría necesariamente, alguna vez el petróleo se iba a extraer, se iba a vender en los mercados internacionales y se publicitaría la cosa. Probablemente sucedería en años siguientes, cuando el mundo fuera otro y la Faja no fuera venezolana. «Melancólico» es la palabra que usan los historiadores norteamericanos para describir la emoción de los venezolanos definitivamente pobres, leyendo los datos en las páginas económicas. 

El secreto de la Faja dejará de serlo con Chávez, que revertirá en 2007 las concesiones de la Apertura petrolera. 

Hay un punto especial allí: al igual que en los contratos de endeudamiento, en los de la Faja «Bituminosa» del Orinoco se renuncia a la cláusula Calvo, las diferencias que pudieren surgir entre Venezuela y las compañías concesionarias podrán dilucidarse en tribunales distintos de los venezolanos. Hay venezolanos firmando eso, es una previsión que veremos salir pública y escandalosamente en próximos capítulos. Ojo. Aquel gobierno no es el de Juán  Guaidó o María Corina Machado.



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