28 marzo, 2024

Época de James Carter, la ultraderecha mundial alarmada

Época de James Carter, la ultraderecha mundial alarmada

Mientras Luis Herrera Campins responde a los periodistas con dichos criollazos: «chivo que se devuelve se ‘esnuca», «morrocoy no sube palo», etcétera, la ultraderecha mundial está alarmada por lo que percibe como progresos del comunismo en el mundo entero. La alarma esa política de los Derechos Humanos que agita James Carter como nueva y reluciente bandera. No es nueva, desde sus orígenes los Estados Unidos han postulado legalismos políticos que racionalizan el autoarrogado rol de policía del mundo. Con Carter los Derechos humanos van en serio y eso es acto enemigo para quienes necesitan imponer dictaduras y torturar y no saben ganar elecciones. 

Le alarma más que nada a la ultraderecha la preparación por El elegido Carter y Leonid Breznev del Acuerdo para la Limitación de Armas Estratégicas (en inglés, Strategic Arms Limitation Talks, SALT), por el cual los cohetes capaces de destruir al mundo quedan bajo control y en consecuencia se semiapaga la puja militar por el triunfo mundial de uno u otro sistema. Les alarman unos acuerdos firmados en Camp David entre Israel y los países árabes bajo la mano poderosa de Carter; les alarman las victorias de Cuba contra el régimen de Sudáfrica, liberando a los habitantes de Angola, Namibia y la misma Sudáfrica del horrible sistema de Apartheid, por el cual la población negra carece de derechos civiles. Sudáfrica es la macolla del ultraísmo derechista y racista y su caja de caudales, pues es el país del oro. En Irán Carter colaboró con el derrocamiento de un régimen íntegramente pronorteamericano como el del Sha Reza Pahlevi. 

Pero el más caliente motivo de alarma derechista lo constituyen los tratados Torrijos-Carter de devolución del Canal de Panamá. No son radicales, si bien estipulan que todas las naciones tendrán acceso libre al canal, también puntualizan que Estados Unidos lo defenderá de forma indefinida, pero el senador ultraderechista Jesse Helms crucifica a Carter con insultos a causa de esta entrega de «una propiedad legítima por la que pagamos», ocultando el inmenso atropello que fue el «I took Panamá» de Theodore Roosevelt. Muchos ciudadanos comunes estadounidenses piensan que el canal será menos competente en manos de los panameños. 

Le alarma a la ultraderecha la guerra sandinista en Nicaragua. Carter le dirigió una carta a Somoza felicitándolo por su respeto a los Derechos Humanos, pero aquellos perros cuidadores de la clausura del segundo canal centroamericano que son los Somoza, no disfrutan del apoyo naval y militar que tuvieron en las décadas que corren desde el asesinato de Augusto César Sandino. La bestialidad de Somoza es, como la de García Meza en Bolivia, alérgica para el estilo de James Carter. 

En sus últimos días como presidente, Carlos Andrés Pérez había sostenido una reunión secreta con Tachito Somoza en la isla venezolana de La Orchila, base militar que es más bien instalación de descanso presidencial donde veinte años antes se habían ambientado los domingos de diversión de Pérez Jiménez, que perseguía en una motoneta por la arena de la playa a muchachas venidas de Cuba especialmente para la fiesta. Corrían las jóvenes dotadas de largas piernas, y regresaban al hotel subidas al sillín de la motoneta. Durante la reunión de Carlos Andrés Pérez y Somoza funcionó como intermediario el ministro de la Defensa venezolano, Fernando Paredes Bello, amigo de la juventud de Tachito por haber sido su padre, Paredes Urdaneta, el embajador venezolano en Nicaragua en tiempos de presidencia de Carlos Delgado Chalbaud. Paredes Urdaneta obtuvo de Tacho Somoza, una condecoración para «Fernandino» cuando éste nada más tenía 15 años de edad y así nació la amistad. En la reunión Tachito Somoza habría aceptado retirarse del poder pronto, a fin de evitar que una continuación de la lucha permitiera a los sectores más radicales e izquierdistas del sandinismo, desarrollar un protagonismo que los colocara en posiciones de primer poder en un nuevo gobierno que necesariamente advendría en Nicaragua. El 5 de julio de 1979, el Washington Post trae una declaración de Somoza: «Me siento como un asno fatigado luchando contra un tigre. Aun si yo ganara militarmente, no tengo futuro».

Carter continúa con su extraño plan. Woodrow Wilson parece ser su modelo en el moralismo, en el apego a las fabianas ideas de la Trilateral Commission, pero en lo de Nicaragua hay rarezas, Wilson la amarró con el tratado Bryan-Chamorro y Carter la suelta. Igual contradicción se vive respecto a Panamá. ¿Será contradicción o la dialéctica interna de un gran plan masónico de ciclos largos, que pide invertir en Centroamérica y en el mundo en una segunda vuelta lo que se hizo en la primera? En esto es protagonista y socia de Carter la Internacional Socialista, de la cual es gran cacao Willy Brandt, que significa Alemania, y ya se sabe que la Alemania del Ruhr y Centroamérica hacen combinación explosiva. 

La Internacional Socialista no es sólo Alemania, es Europa. Desnudamente, Europa parece querer ponerle la mano a un canal, igualarse con los Estados Unidos. El proyecto que fracasó como guerrero en la Primera Guerra Mundial y en la Segunda, reaparece variado, revestido de socialismo. 

La Alemania socialista es real, Willy Brandt es una potente realidad política, electoral e internacional, pero no es la única de Alemania. El Ruhr tiene otra voz, quizá más auténtica, en todo caso más antigua, los Caballeros teutónicos. Los Caballeros teutónicos circulan en autos Mercedes Benz, manejan industrias ultramodernas pero viven en castillos. Los preside la familia Thurm und Taxis, habitante de un castillo ubicado en Regensburg, Alemania. En el próximo gobierno, el de Jaime Lusinchi, la prensa venezolana dará noticias de ellos: 

«Estos oligarcas europeos controlan la red feudalista de cultos (sectas) y grupos paramilitares, la que incluye a los seguidores del obispo cismático Lefebvre…/…están bajo el control de la familia Strasser. Gregor Straser fue el titular de la “Hitler S.A.”…/…Trabajan para el cisma conservador que intenta llevar a los hechos el cardenal francés Lefebvre». En el próximo artículo abordaremos la expresión de la ultraderecha mundial en época de la Guerra de las Malvinas y de Luis Herrera Campins.  



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