21 enero, 2025
Ecuador en caída libre con gobiernos de la derecha

El próximo 9 de febrero se realizará la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Ecuador, con el actual mandatario, el empresario Daniel Noboa, buscando la reelección en medio de una severa crisis que vive ese país, luego de tres gobiernos consecutivos de corte derechista.

La hermana nación, cuya independencia fue lograda por el Libertador Simón Bolívar, atraviesa por una severa situación en la cual sus habitantes se han visto sometidos a un incremento incontrolable de la delincuencia, a una interminable cadena de prolongados apagones, mientras se ha profundizado el deterioro de la calidad de vida de la mayoría de cerca de 17 millones de personas que la pueblan.

Todo esto, en marcada diferencia con lo que dejara el expresidente Rafael Correa, tras 16 años de mandato que culminaron en 2017.

Aquella era. Rafael Correa, gobernó a Ecuador entre el 15 de enero de 2007 y el 24 de mayo de 2017, con una gestión signada, entre otros aspectos, por la estabilidad y el crecimiento económico.

“Son más de 2 millones de personas que han salido de la pobreza, no con asistencialismo, sino que hemos atacado las causas estructurales”, recalcó el entonces mandatario en el acto cuando celebraba sus 10 años al frente de la presidencia, el 16 de enero de 2017.

“Rafael Correa favoreció la inversión pública (carreteras, puertos, aeropuertos, hidroeléctricas) y promovió la ampliación de la explotación petrolera, minera y de la agroindustria”, detalla la socióloga ecuatoriana Martha Moncada Paredes en un trabajo para el portal de la Fundación Rosa Luxemburgo.

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La debacle

Sin embargo, Correa optó por no presentarse a la contienda electoral de 2017, quedando como abanderado de su partido el vicepresidente Lenin Moreno, quien no tardó en pasarse al bando contrario.

Correa lo calificaría posteriormente como “el traidor más grande de la historia ecuatoriana y latinoamericana (…)”.

El historiador ecuatoriano Juan Paz y Miño, en un trabajo titulado “Las tinieblas en Ecuador”, publicado en distintos medios el pasado 18 de noviembre, recuerda que Moreno, tras romper con su otrora mentor, “inició una implacable persecución al correísmo”, paralizando, entre muchas otras cosas, las inversiones públicas.

“La economía social igualmente fue abandonada para restituir otra de claro interés empresarial y orientaciones neoliberales, al mismo tiempo que sometida a los condicionamientos del Fondo Monetario Internacional (FMI)”, expresa el también articulista.

El historiador ecuatoriano Juan Paz explicó que tras Moreno llegó, en 2021, el banquero millonario Guillermo Lasso, inclinando todavía más hacia la derecha el gobierno en ese país, comenzando a aplicar las recetas libertarias que ahora padece la Argentina de Milei, mientras el país sufría una inédita explosión del narcotráfico y el crimen organizado, en tanto comenzaba una abismal escalada de violencia.

Su pérdida de legitimidad lo llevó a utilizar la figura de “muerte cruzada” para evitar un juicio político por la Asamblea Nacional, convocando a elecciones anticipadas en 2023.

Lo sucedió Daniel Noboa, hijo del hombre más acaudalado de Ecuador, quien continuó con las recetas del FMI, gobernando para las élites y aplicando medidas nunca antes vistas como la declaración de un conflicto armado interno (algo nunca visto en esa nación) y entre muchas otras cosas, intentando enmendar la Constitución para que puedan instalarse de nuevo bases militares estadounidenses, eliminadas bajo el mandato de Correa.

“El cuadro social y económico es dramático: salarios bajos, derechos laborales flexibilizados y desvalorizados los derechos de la naturaleza, 70% de la población en desempleo y subempleo, aumento de la pobreza (…) “, afirmó Paz y Miño, quien asegura que en siete años “el anterior prestigio del país se ha derrumbado”.

La policía no controla el crimen.

La violencia convertida en el signo fundamental

Fernando Casado, profesor de Derechos Humanos y Derecho Internacional en la Universidad Bolivariana de Quito, recordaba que durante el período de Rafael Correa, Ecuador era el segundo país más tranquilo de la región, con solo 5 asesinatos por cada 100.000 habitantes.
Eso ha cambiado radicalmente: según Insight Crime, en 2023 el promedio fue de 44,5 homicidios por cada 100.000 habitantes, cifras que no han sido actualizadas en lo que va de año.
Ecuador se ha convertido en el país más violento de América Latina, según distintos estudios. Por ejemplo, la plataforma de verificación de datos Lupa Media, citando estadísticas de muertes violentas del Ministerio del Interior y otras fuentes, todas de acceso público, expuso que entre el 1° de enero y el 11 de agosto de este 2024 se cometieron 3.739 homicidios intencionales; además asegura que los secuestros experimentaron un incremento del 19%.
Según informes de Homicidios Intencionales del Ministerio del Interior, entre diciembre de 2023 y octubre pasado hubo 6.306 muertes violentas, siendo este último mes mencionado el que mayor cantidad registró, con un total de 679 asesinatos.
Con regularidad los medios reseñan masacres cometidas en las distintas provincias. Pese a la declaratoria de conflicto armado interno, la prórroga de los estados de excepción y los despliegues de militares y policiales, según Casado, no han contribuido a bajar sustancialmente la criminalidad.

Vicepresidenta Verónica Abad.

El inédito acoso a una vicepresidenta en ejercicio

El actual presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, en evidentes expresiones de autoritarismo, ha cargado contra dos de quienes han ocupado el segundo cargo de mayor jerarquía en ese país.
El 5 de abril pasado, ordenó el asalto de la Embajada de México en Quito, violando flagrantemente el derecho internacional, para secuestrar al exvicepresidente en el gobierno de Rafael Correa, Jorge Glass, a quien desde entonces mantiene en prisión, mientras generaba una profunda crisis diplomática con el país azteca que todavía se mantiene.
Pero con la actual vicepresidenta, Verónica Abad, su compañera de fórmula en las elecciones, ha puesto en práctica una inédita persecución: primero le ordenó trasladarse a Israel, en plena escalada del genocidio que ese país está cometiendo contra el pueblo palestino; luego ordenó que se desplazara a Turquía.
El último paso, en lo que ha sido interpretado como una jugada para impedirle que asuma temporalmente la presidencia del país mientras él se dedica a la campaña por la reelección, ha sido la de ordenar su suspensión, a través del Ministerio del Trabajo, que por supuesto responde a sus designios, por 150 días, exactamente el tiempo en que estará separado del cargo. l

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