17 mayo, 2024
De San Remo a Caracas

Edificada sobre terrenos de la añeja hacienda de El Convento de Valle Abajo, se eleva el templo de san Pedro Apóstol culminado en 1959. En el onomástico del santo de ese mismo año fue consagrado en misa solemne abriendo así sus puertas a feligreses y vecinos. Su diseño fue elaborado en la propia Ciudad del Vaticano a cargo del arquitecto italiano Mario Redini (1906- ¿?). Un icono que evoca a la basílica mayor del príncipe de los apóstoles en Roma. El arte de la iglesia cuenta con un acervo artístico excepcional, gracias a la tenacidad del párroco fundador, monseñor Juan Reghezza. La cúpula, que desde su construcción vestía teselas vitrificadas de tonos verdes, está recubierta por láminas de bronce, al producirse una pequeña fisura como consecuencia del terremoto ocurrido en el cuatricentenario de la capital.

Pero el orgullo de la iglesia san Pedro son sus altares de mármol y ónix situados en los ábsides. De fábrica notable, no solo por su valor artístico sino histórico, fueron donadas por la Santa Sede y pertenecieron al convento de la Visitación de Santa María de las Salesianas, instituido en San Remo en 1681. Era un obsequio de los Grimaldi originarios de Italia, y que desde 1297 tomaron el principado de Mónaco, la casa real gobernante más
antigua.

En octubre de 1944, en plena guerra, un bombardeo naval aliado sobre la ciudad ligur hizo blanco en el depósito de municiones alemanas. El convento sufrió terribles daños, quedando solo en pie el crucero de la capilla, con sus dos altares laterales. Antes, las salesas fueron obligadas a mudarse del claustro primario a fines del siglo XIX. El 26 de marzo de 2017 se ofició la última misa en presencia de las únicas tres monjas longevas.

Nunca la princesa María Teresa Carlota Grimaldi, madre superiora de la orden y que en 1701 abandonaba el castillo de su hermano, el príncipe Antonio I de Mónaco, para construir en San Remo la iglesia conventual, hubiera podido imaginar que los preciosos altares, regalo de su familia, dos siglos y medio después, habrían de iniciar una nueva vida en el continente promisorio. Una edificación de interés que merece visitarse, en la que voluntarios organizan periódicamente atractivos recorridos guiados, oportunidad que nadie debe desaprovechar.

Abogado

Ver fuente