27 abril, 2024

Crítica de Saltburn (2023) | Prime Video

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La ganadora de un Oscar, Emerald Fennell, escribe, dirige y produce Saltburn, una comedia negra con toques de thriller y algunas de las escenas más incómodas del año.

La película protagonizada por Barry Keoghan y Jacob Elordi se estrenó en el pasado Festival de Telluride antes de llegar a las salas de Reino Unido y Estados Unidos.

Al igual que pasó con otras producciones de Prime Video como The Covenant y Bottoms, Saltburn llegará directamente a la plataforma el 22 de diciembre, sin pasar por las salas de cine españolas.

Contenido

Sinopsis de Saltburn

El joven Oliver está teniendo problemas para adaptarse a la vida en la Universidad de Oxford hasta que conoce al millonario Félix, con el que tiene una obsesiva fijación.

Cuando su nuevo amigo le invita a pasar las vacaciones de verano en la mansión de su excéntrica familia, los acontecimientos empiezan a precipitarse en una espiral que parece fuera de control.

Crítica de Saltburn

0.0 out of 5.0 stars

Esta producción es un claro ejemplo de la polaridad con la que se reciben las producciones de Fennell. Hemos leído críticas que la destrozan ferozmente (hay mucho espectador que aún le guarda resentimiento a la directora por el mensaje de su anterior film, Una joven prometedora) y otras que alaban el estilo que la cineasta sabe impregnarle a la cinta.

Lo cierto es que solo por el trabajo de interpretación y por algunas de las escenas más provocadoras que hemos visto este año, Saltburn merece la pena.

Emerald Fennell

Tras su debut en el largo con la controvertida Una joven prometedora (2020), por la que ganó el Oscar a mejor guion original y fue nominada como directora, Fennell vuelve a demostrar su gran personalidad en Saltburn.

Con solo 38 años y dos largometrajes a sus espaldas, la cineasta londinense ha conseguido estar en boca de todos. Ya cuenta con una legión de seguidores tan numerosa como su club de detractores. Como dijo Oscar Wilde: “Hay solamente una cosa en el mundo peor a que hablen de ti, y es que no hablen de ti”. O traducido a la realidad cinematográfica, no hay nada más perjudicial para un cineasta que causar indiferencia.

La carrera de Fennell empezó delante de las cámaras y alcanzó su popularidad internacional gracias a su papel de Camilla Shand, la actual reina de Inglaterra, en la serie The Crown.

Esta mujer del renacimiento ha actuado en cine y televisión, ha escrito guiones para la BBC, ha producido y dirigido para la pequeña y la gran pantalla y ha publicado tres libros (dos infantiles y uno de terror para adultos).

La cineasta controla todas las facetas del medio y eso le da una total libertad creativa que, como espectador, se agradece.

Luces y sombras

¿Es Saltburn una película redonda? Pocos estarían de acuerdo en decir que lo es. La cinta juega más en el plano sensorial y emocional que en el narrativo.

Es evidente que la intención de Fennell es provocar al espectador. Lo hace a través de escenas desconcertantes y personajes cuyo único objetivo parece ser agitarnos de manera constante. Hay pocos momentos de contemplación pasiva o de admiración estética. Incluso en aquellas escenas en las que el manejo de las luces y los colores es intencionalmente preciosista, una capa de incomodidad, siempre presente, nos mantiene alerta.

Para algunos, esta búsqueda reactiva juega en detrimento de una narración a la que acusan de simple o vacía. En este punto, uno tiene que decidir si entra o no en el juego. El cinematográfico es un arte demasiado complejo como para reducirlo a un solo elemento de valoración. Hacerlo sería deslegitimar de un plumazo toda expresión en celuloide de carácter abstracto, sensorial o experimental.

Aun así, el hilo narrativo es estimulante y se nota un esfuerzo en el tercer acto por dotar a todo el arco de la historia de cierto significado conclusivo, incoherencias mediante.

Las actuaciones

Es imposible no enamorarse de Barry Keoghan en Almas en pena de Inisherin, su anterior trabajo, por el que, por cierto, fue nominado al Oscar.

El actor irlandés da un paso más hacia la excelencia con un papel de lo más complicado. Darle la réplica a un conjunto de personajes tan dispares como disparatados no ha debido resultar fácil. Aunque su personaje tiene un cambio de actitud demasiado repentino (quizá problema del guion o de la edición), Keoghan se hace con él a las mil maravillas. Atención a su esperpéntica escena en la bañera o a su interpretación en los minutos anteriores a los créditos. Solo eso ya vale el precio de la entrada.

Su pareja protagonista está interpretada por Jacob Elordi, al que hemos visto este año interpretando a Elvis en la Priscilla de Sofia Coppola. Este hijo de padre vasco emigrado a Australia se dio a conocer por su participación en la trilogía de Netflix Mi primer beso y por su papel en la serie Euphoria. Este es sin duda su año de despegue definitivo. A las mencionadas Priscilla y Saltburn, se une también la interesante The Sweet East (Sean Price Williams), estrenada este año en Cannes.

Hay un papel de reparto que destaca por encima del resto. Corre a cargo de Rosamund Pike (Gone Girl), que interpreta a la superficial madre de Elordi y a la que Fennell ha regalado las líneas de diálogo más divertidas.

Nuestra valoración de Saltburn

En un panorama cinematográfico saturado de películas reiterativas y predecibles por las grandes productoras (por fortuna, el cine independiente es otro cantar), se agradecen propuestas arriesgadas como esta.

Con solo dos largos en su haber, Emerald Fennell ha demostrado que tiene una voz tan original como potente y que no tiene miedo a sacudir las conciencias y retar a los espectadores.

La cinta está soberbiamente dirigida y magistralmente interpretada. Aunque el arco narrativo no es del todo sólido, la capacidad de la directora por hacernos sentir incómodos y regalarnos escenas de lo más desconcertantes, hacen de Saltburn un producto diferente.

Como ocurriera con su anterior trabajo, Una joven prometedora, esta película no va a dejar a nadie indiferente.



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