20 mayo, 2024
De San Remo a Caracas

En mi libro Estafa y otros fraudes, apropiación indebida y usurpaciones, publicado la semana pasada por el Grupo Editorial Ibáñez, de Bogotá, digo que el estafador es una persona que maneja en el mundo de su inteligencia una habilidad especial para entrar con su hablar refinado en la credulidad de otro que fácilmente cree, admite y cae en la propuesta engañosa, pues, el verbo del estafador es arma del convencimiento. Todo se define cuando se conjugan la mentira engañosa y el consentimiento.

Pero además de la estafa, aparecen otros fraudes como el estelionato que se comete enajenando, gravando o arrendando como propio algún inmueble, a sabiendas de que es ajeno; o vendiendo un inmueble ya vendido a otra persona; o enajenando o gravando bienes como libres, sabiendo que están embargados o gravados o que eran objeto de litigio. También resaltan fraudes, como el de cobrar o ceder un crédito ya pagado o cedido, el llamado “fraude de emigración”, el fraude del que hipoteca sin consentimiento del comprador un inmueble vendido por documento privado o autenticado, el fraude en sorteos o rifas, el fraude de seguro y el fraude del que compra una cosa mueble al contado y no paga el precio al recibirla.

Estos delitos se cometen a diario, son conductas de lo más común. La gente debe tener mucho cuidado cuando negocia la compra de cualquier cosa, sea un apartamento o casa, o algún bien mueble.

En cualquier lado y en cualquier negocio aparece un defraudador, casi siempre inadvertido. La idea de que el engaño vicia el consentimiento de la víctima es una realidad insoslayable. La dinámica de la estafa sigue siendo que el engaño provoca un error en la persona y ese error, por consecuencia, induce a esa persona engañada a realizar un acto de disposición de todo o parte de sus bienes.

La diferencia de la estafa con otros delitos como el hurto, el robo o la apropiación indebida, está en que el estafador no se apodera directamente de la cosa, ni se la quita al engañado con violencia o arrebatón, sino que es el engañado el que dispone de ella y voluntariamente, por causa del engaño, le entrega la cosa al estafador. Hoy en día la estafa y los otros fraudes han seguido el curso de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación y por ello aparecen los delitos on line, el fraude informático, las estafas en subastas y las ventas engañosas. Pues bien, ¡a cuidarse del engaño!

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