12 octubre, 2025
Derrotamos el fascismo - Últimas Noticias

Son incontables las personas que uno se encuentra en el camino que creen que la CIA y las distintas agencias de inteligencia que conforman el entramado de poder de Estados Unidos y sus aliados no opera ni en Venezuela ni en ninguna parte del mundo. Sobran los que sostienen que los tentáculos de los EEUU no son ciertos y que es solo un cuento de camino de la izquierda.

El papel de los medios privados de comunicación termina siendo crucial en la conformación de la opinión de millones de personas que ingenuamente creen informarse a través de los medios y redes que son propiedad o reciben financiamiento de los grandes capitales internacionales.

En medio de esa ilusión de estar bien informados aparece una controversia que tiene ingredientes agridulces, que rompen con la lógica de los bloques conformados por la derecha y la izquierda.

Imaginemos que la infiltración de los servicios de inteligencia gringos no son ciertos y ahora tratemos de explicar: ¿cómo es posible que dentro de una organización que busca romper con la hegemonía de Estados Unidos se impone la línea proyankee de impedir el ingreso de Venezuela a los socios del Brics, a través del veto de un país que hasta hace muy poco era aliado de Venezuela y que está gobernado por un presidente que se supone es uno de los íconos de la izquierda en América Latina?

Uno se pregunta ¿qué poderes pueden ejercer presión para que una nación como Brasil, con un presidente como Lula, ordene a su cancillería impedir el ingreso del país con la reserva de petróleo más grande del mundo al único bloque de países alternativo al capitalista?. ¿Qué saben los servicios de inteligencia sobre Lula da Silva que lo obligan a contradecir toda una trayectoria política?.

¿Cuánto dinero hay detrás de eso? ¿Qué tipo de extorsión puede existir? El tiempo nos dirá.

Son decenas las preguntas que podemos hacernos. Al final, la conclusión es que la extrema derecha internacional, los servicios de inteligencia de los países del bloque proimperialista, los multimillonarios lobbys de las transnacionales petroleras, tienen innumerables capacidades de influencia sobre políticos y temas estratégicos en el mundo; ellos siempre juegan sus cartas, con toda su fuerza. Por eso se dice que la política es el arte de lo que no se ve.

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