¡Qué difícil es la paz!
Pareciera que en definitiva la guerra seguirá ocupando los espacios de vida y de la paz. La violencia guerrerista se siente en cualquier lugar de la tierra. Cuando escribo este artículo, el Estado guerrerista de Israel está perpetrando un bombardeo masivo sobre el territorio iraní, no sólo contra instalaciones militares y nucleares, sino también contra sectores residenciales, es decir, contra una población civil, matando a hombres y mujeres inocentes, incluyendo ancianos y niños.
Ya no es suficiente para ellos destruir a Palestina o al Líbano y matar a sus habitantes con el poder militar que ostentan. Su pretensión es decidir por la guerra su futuro sin importarles la existencia de la humanidad. Esta y otras situaciones, como la guerra de Ucrania, o la situación de Taiwan, o de las dos Coreas y tantas otras que por ahí están que arden, evidencian la intervención de EEUU-Otan y la puesta en marcha de su maquinaria belicista, pensando que la guerra es la solución a los problemas de la humanidad, sin advertir que la guerra —tal como se ha dicho— no va a existir solamente mañana y pasado mañana, va a existir hasta el fin de los tiempos como posibilidad real para destruirse unos contra otros.
En verdad, no luchan por paz ni por la vida, eso no les importa y, por supuesto, no logran entender —como diría Johan Huizinga— que la guerra no es el caso serio, sino la paz. Alcanzar la paz es lo serio y significa todos los sacrificios, pero ellos no lo entienden, mucho menos lo va a entender en este momento el primer ministro israelí Netanyahu que afirma haber “atacado el corazón del programa nuclear de Irán”, lo que él mismo califica de operación “muy exitosa”, con la muerte, además, de varios comandantes del ejército iraní, académicos y civiles, aparte de los infaltables “daños colaterales” o muertes de inocentes. El sionismo con ataque al “corazón del programa nuclear de Irán” y el riesgo que ello conlleva por el impacto que podría dar lugar a liberaciones radiactivas con consecuencias dentro y fuera de Irán, está incitando a una guerra nuclear donde el daño colateral será contra la vida de toda la humanidad incluyendo al pueblo judío.
En una de sus reflexiones, Fidel Castro decía que el uso de las armas nucleares en una nueva guerra implicaría el fin de la humanidad. Los pueblos —afirmaba el Comandante— están en el deber de exigir a los líderes políticos su derecho a vivir.
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