23 octubre, 2025
De San Remo a Caracas

Esperábamos con una rara mezcla de ansiedad y espíritu festivo el 28J, el día de las elecciones presidenciales en Venezuela (28/07/24). El acto del voto automatizado tenía un promedio de 40 segundos y como decimos en Venezuela, ya a las 10 u 11 de la noche de ese día “saldríamos del parto” y conoceríamos el nombre del presidente y a celebrar en paz, así de confiados estábamos.

Fue una campaña electoral atípica, la principal “fuerza” opositora gritaba fraude y afirmaba con meses de anticipación que el gobierno cometería fraude.

Creíamos que se trataba de una distracción, porque ellos confiaban en obtener una victoria fruto de una guerra cruenta. Hemos insistido en que el bloqueo y las sanciones son tecnologías de guerra indiscriminadas, ejecutadas por Estados Unidos, solicitadas y apoyadas por la oposición radical y han causado muertes, heridas físicas y psicológicas en la población.

Una guerra “híbrida” soportada en los dolorosos efectos de las sanciones y que cuenta además con el total control de los medios sociales digitales para sembrar la ira, el terror y cultivar contenidos de odio y de rechazo al gobierno en la mentes de su población objetivo; culpando al gobierno de la “crisis”.

Nadie podía imaginarse que aquella oposición radical del “vamos a cobrar,” que se vendían como salvadores, eran en esencia ángeles de la muerte. No sólo contrataron un ejército de mercenarios digitales que desde fuera de Venezuela emboscaron al CNE con miles de ataques cibernéticos, para destruir la institución y acabar con su prestigio.

Es que los fascistas, los apellidos, contrataron a la delincuencia organizada y mercenarios extranjeros que al reclutar en sus propios territorios a grupos populares para la violencia asesina contra sus semejantes lograron una dolorosa ruptura cultural e identitaria que debe obligar a una reflexión a la sociedad, al Estado y en especial a la Revolución Bolivariana.

Lo que debió ser una celebración del triunfo democrático contra la guerra de sanciones fue truncada por el ataque cibernético foráneo contra el CNE y las emboscadas montadas por los apellidos, que lograron abrir una herida social al engañar y lanzar como jaurías a un sector del pueblo pobre contra el pueblo pobre.

Convertir la afrenta en su peor pesadilla. Profundizar la Revolución es necesario e inevitable.

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