10 diciembre, 2025
Derrotamos el fascismo - Últimas Noticias

Desde un punto de vista antropológico, el profeta forma parte de los mediadores, es decir, de las personas que establecen contacto entre los mundos divino y terrenal. En ese universo encontramos a chamanes, adivinos, astrólogos, sacerdotes y profetas. Pero de todos ellos, el profeta tiene una relación directa con la adivinación y el futuro, por lo que se acude al visionario para consultarle algo de lo que va a ocurrir o si lo que ha ocurrido tiene remedio. A diferencia del resto de los agentes, el profeta no apela a medios técnicos ni rituales, la percepción le viene por inspiración.

En la Caracas del siglo XVII vagaba por sus calles un individuo que la muchachada apodaba “Ropasanta”. La crónica nos refiere que esta persona, humilde y de un verbo pertinaz, vivía de la caridad sin perturbar a nadie. Saturnino, decía llamarse, cargaba sobre su espalda una pesada piedra, que encarnaba —según él— los yerros de la gente y con ese gesto penitente, redimía a los pecadores.

Entrado el mes de junio de 1641, El loco Saturnino pregonaba en la cuadrícula de la ciudad, un reiterado estribillo cuya letra decía: “¡Qué triste está la ciudad / Perdida ya de su fe, / Pero destruida será / El día de San Bernabé!”.

Los vecinos de sordos oídos, se chasqueaban de él, circunstancia que no hizo mella en nuestro personaje quien repetía una y otra vez su muletilla hasta que, en la víspera del 10 de junio, subió hasta la colina del Gólgota caraqueño advirtiendo que iba pasar la noche a campo abierto porque la villa iba “a bailar como un trompo”.

Entrada la oscuridad algunos alcanzaron a escuchar una nueva cantinela que desde El Calvario su machada voz proyectaba: “Téngolo ya de decir, / Yo no sé lo que será, / Mañana es San Bernarbé, / Quien viviere lo verá”.

Arribó el 11 de junio, y aún no llegaba la tercia hora de la mañana y mientras monseñor Mauro oficiaba la misa en honor a San Bernabé, la tierra rugió y se sacudió fuertemente. El palacio de los Gobernadores, situado en la que hoy es la esquina Principal se desplomó, y unas 200 personas quedaron sepultadas bajo los escombros. Igual destino tuvieron todos los templos y conventos.

Este terremoto alcanzó una magnitud estimada de 7,5 – 8,0 Mb, afectando a Caracas y algunas ciudades cercanas, como Cúa y La Guaira, causando aproximadamente 500 víctimas mortales.

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