19 octubre, 2025
Por una Asamblea Nacional contralora

Una de las características que debe poseer un poder legislativo, representado en una Asamblea Nacional, es la dinámica que ella genera en el campo de atribuciones que le asigne la Constitución y las leyes. En ellas se destacan legislar, deliberar y controlar las múltiples actividades del Poder Ejecutivo. Si nos concretamos a esta última en el actual cuadro nacional, observamos que no se están ejerciendo los diversos instrumentos de control que pauta la Constitución nacional, sobre todo las interpelaciones parlamentarias, caracterizadas por su dinámica y oportunidad de su ejercicio efectivo.
En efecto, un parlamento dinámico, despierto, vigilante, debe mantener una conducta que vaya a compás de la diversidad de actividades que ejecuta el Poder Ejecutivo conformado por los órganos de la administración pública. Seguir el ritmo a ellos en el ejercicio de esa compleja y dinámica función.

No se observa que la Asamblea Nacional ejercite esa modalidad de control -que no es la única, por supuesto- en el tiempo presente. Pareciera que no hubiera en la representación legislativa verdadera preocupación de lo que hace o debiera hacer la administración pública nacional en sus múltiples órganos y áreas de actividad.

Los ministros y los directores o presidentes de institutos autónomos y empresas del Estado no son citados a la Asamblea con la intención de conocer el estado, ritmo y profundidad de las políticas que cumplen con la administración nacional. Ello produce, por supuesto, carencia de vigilancia y seguimiento en el extenso campo de las dinámicas administrativas que deban atender y en la conveniente relación interinstitucional.

Las interpelaciones parlamentarias representan un efectivo y eficaz mecanismo de control en el quehacer administrativo diverso y complejo. Permiten revisar a tiempo políticas, señalar correctivos, indagar resultados y reorientar prácticas del aparato administrativo, siempre complejo, a menudo lento e incoherente. Toca a la Asamblea Nacional, en sus diversas comisiones, revisar el ejercicio de las interpelaciones y aprovechar al máximo los resultados que ellas arrojen, con lo cual se demostrará su pertinencia institucional.



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